Si el techo del Tribunal Supremo Electoral es absolutamente de vidrio, más lo es el techo de gastos de campaña que han fijado porque, de entrada, no toma en cuenta el multimillonario derroche que hará el oficialismo con el dinero que ha adjudicado a los 200 alcaldes reclutados para que hagan obra aceleradamente, antes de las elecciones, a fin de impresionar favorablemente a los electores. En realidad el tema de los techos electorales resulta tan difícil como el de la campaña anticipada, porque en ambos casos el oficialismo tiene una enorme ventaja respecto al resto de contendientes, situación que en el pasado no ha servido para nada porque siempre han sido arrastrados en las urnas.
Pero esta vez hay una planificación diferente porque se elaboró un presupuesto pensando justamente en cómo dotar de dinero a los alcaldes que fueron reclutados por el oficialismo para asegurar que cada uno aporte al menos 50,000 votos, lo que los haría entrar cómodamente a una segunda vuelta. Y para ello está el dinero del pueblo que se usará, como nunca, en la compra de votos de acuerdo a esa bien hilvanada estrategia de la gente de Vamos que viene haciendo campaña burdamente en las vallas que promocionan “la obra” pública desde hace muchos meses.
Desafortunadamente las normas electorales se utilizan al gusto del cliente y el actual Tribunal Supremo Electoral es, por mucho, el menos confiable de la historia de esa institución surgida en los años ochenta con la llamada “apertura democrática” que, tristemente, ha resultado un fiasco tremendo por el comportamiento de la llamada clase política. Las dictaduras militares producto de los fraudes electorales fueron terriblemente dañinas, pero los “gobiernos democráticos” no resolvieron los problemas sino los acrecentaron.
Los guatemaltecos sufrimos la destrucción de la institucionalidad como resultado de la imparable corrupción de los diferentes gobiernos que, sin duda alguna, han sido uno peor que el otro y, lo más grave, no hay visos de que la situación pueda cambiar en el futuro inmediato a la luz de los manoseos que se hacen de la normativa electoral. El gran avance que fue la creación del TSE, reconocido ampliamente por la población, dando certeza a los comicios y ahora sufre retroceso brutal al punto de que la pureza electoral desaparece por completo, situación que se repite en el Ministerio Público, la administración de justicia, la Procuraduría de los Derechos Humanos, la Contraloría de Cuentas y un largo etcétera que incluye, tristemente a la Universidad de San Carlos, al punto que un puntal del fraude allí es ahora el candidato a la Vicepresidencia del oficialismo.