Ayer fue electo por una gran mayoría de diputados, más allá del puro oficialismo, Frank Helmuth Bode Fuentes como nuevo Contralor General de Cuentas de la Nación y fue recibido efusivamente por el pleno de diputados, al punto de que le costó cruzar el hemiciclo para ser juramentado, dadas las notables muestras de afecto que le mostraron sus electores. En sus primeras declaraciones dijo que no hay nada que pueda vincularlo con el oficialismo y que hará su trabajo basado en la ley, lo cual deberá ser corroborado a través del tiempo y, sobre todo, mediante la forma en que se manejen los finiquitos para la inscripción de candidatos a puestos de elección popular.
Hay que reconocer que la Comisión de Postulación impidió la postulación expedita y forzada que se quería del favorito del sistema, Erick Mazariegos, frustrando las aspiraciones de quien ya tenía marcada su hoja de ruta respecto al papel que debía jugar al frente de la Contraloría. Hoy, ese puesto lo ocupa quien fue asesor del último Contralor de Cuentas y no hay, como dice él, evidencias de que exista algún compromiso con el oficialismo, pero sabiendo cómo se mueven las aguas en Guatemala, debemos entender que en el Congreso no se mueve una hoja sin la voluntad del jefecito.
La Contraloría ha sido históricamente una entidad sin trascendencia en la vida nacional y de toda la corrupción descubierta y judicializada, no hay un caso en el que investigaciones u observaciones de la CGCN hayan sido el factor decisivo para desmantelar algún negocio. No hay efectiva fiscalización del gasto público y se centran en funcionarios o empleados de muy baja jerarquía, mientras dejan que los peces gordos naden en las turbias aguas a su sabor y antojo. Desde ese punto de vista, poco o nada importa quién ocupe el cargo. Pero en el tema electoral se ha convertido en pieza clave, porque los candidatos que han desempeñado puesto público requieren finiquito para ser inscritos y eso pone a Alcaldes y Diputados, además de algunos candidatos presidenciales, en las manos del nuevo Contralor.
Aún partidos que disienten del oficialismo y que están en abierta disputa con las disposiciones de Giammattei en ese pleno control que se tiene de las instituciones, instruyeron a sus diputados a votar por el nuevo Contralor que tuvo una abrumadora mayoría, casi imposible de alcanzar en ninguna de las decisiones de este Congreso. Y la forma en que lo abrazaron demuestra cuán importante es para ellos que el nuevo funcionario se grabe en la mente sus nombres, pero el tiempo dirá si ese afecto valió la pena.