El polémico tema del resarcimiento a quienes dicen haber sido soldados durante el conflicto armado, que ya obtuvo una jugosa pero aparentemente insuficiente cantidad en el Congreso, obliga a reflexionar de nuevo en nuestro conflicto armado y en la tragedia que significó para miles de familias enlutadas por esa confrontación tan estéril. Ni siquiera los acuerdos de paz, tan cacareados como gran logro capaz de ser cimiento de una nueva sociedad, llegaron a cumplirse y siguen siendo una aspiración más, otra de las tantas tareas pendientes de nuestra enorme agenda de pendientes.

Los politiqueros hicieron del tal resarcimiento un arma para comprar votos y calentaron la cabeza a muchos, creando una situación de terribles consecuencias financieras pero, sobre todo, injusta por muchas razones. La primera está en la inexistencia de listados confiables de quienes fueron realmente combatientes y su papel durante la guerra; también porque olvida a los muertos, de uno y otro bando pero, sobre todo, a tanta víctima inocente de ese fuego cruzado que no andaba viendo quién la debía sino quién la pagaba.

La paz firme y duradera fue negociada entre las partes y hubo algunos acuerdos de especial importancia dentro de la esperanza de generar condiciones para hacer imposible otra confrontación de ese calibre. Pero ni siquiera durante ese conflicto se llegó a tener los niveles de polarización actuales, cuando se ha vuelto prácticamente imposible tan siquiera la idea de un diálogo integrador, dado el calor aplicado a la disputa ideológica (sin que se entiendan las ideologías) como factor de división de la sociedad. El objetivo es impedir acuerdos para la necesariamente obvia reforma de un Estado capturado por la corrupción.

No todos los combatientes fueron respetuosos de las vidas inocentes y cómo resulta imposible individualizar el papel jugado por cada uno de los demandantes de la compensación, también resulta imposible premiarlos debido a la incapacidad para determinar el papel desempeñado por cada uno de ellos durante la guerra. Hemos visto en la misma Plaza Central la facilidad para recurrir a la violencia insensata y eso es lo que el oficialismo pretende premiar con asignaciones millonarias a ser pagadas por todos los ciudadanos del país.

Amenazan con nuevos bloqueos perjudiciales para esa población que tributa pagando IVA en cualquier producto comprado y los politiqueros se proponen comprar votos de gente cuya lealtad nadie puede siquiera suponer, no digamos asegurar. La guerra la sufrimos todos, combatientes y no combatientes, por lo que no resulta justo compensar a exsoldados, olvidando a tanto muerto y desaparecido, así como a sus familias.

Redacción La Hora

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