El oficialismo parece tener viento en contra en la Comisión de Postulación encargada de elaborar la lista de seis aspirantes entre los que deberá elegir el Congreso al nuevo Contralor General de Cuentas porque su candidato, Erick Mazariegos, quedó con una baja calificación que lo deja muy lejos de los 12 aspirantes mejor calificados entre quienes, de acuerdo a lo establecido en la misma Comisión, se elegirá a los seis postulados.
Mazariegos ocupa el puesto 22, lo cual significa que debieran brincarse diez escalones para incluirlo en el listado.
Esto, por supuesto, indica apenas un viento en contra, porque es conocido el modo de operar del oficialismo para cooptar todas las instituciones, entre ellas la Contraloría de Cuentas que, pese a ser un mamotreto históricamente inútil, juega un papel muy importante en la inscripción de candidatos para la elección del año próximo, por el finiquito requerido como indispensable para quienes han desempeñado cargos en la administración pública y se entiende cómo, ese “filtro”, será utilizado a discreción.
De hecho, se ha sabido de reuniones “privadas” entre el aspirante oficialista, plenamente respaldado por el jefe de jefes y su principal súbdito, y algunos comisionados de la postuladora, dando lugar a críticas muy fuertes en las redes sociales por el manoseo de un proceso tan relevante en el cual la Academia juega un papel crucial, precisamente en la calificación de los aspirantes. Y Mazariegos, con la nota obtenida, no debería tener, ni en sueños, una posibilidad de integrar la lista final, pero no se puede olvidar aquello de ver muertos acarreando basura.
En cambio, otro caso, solo que con viento a favor del oficialismo, es el del antejuicio del juez Miguel Ángel Gálvez, aunque en esa situación no hay ninguna sorpresa. El juzgador impugnó el papel del pesquisidor por dudas sobre su imparcialidad, situación obvia, y la Corte Suprema de Justicia rechazó la impugnación sin mucho trámite ni consideración, afirmando que los investigados en antejuicios no pueden sospechar de falta de imparcialidad de quien realiza la pesquisa.
En el otro caso comentado puede quedar todavía espacio para muchas maniobras, pero con lo del juez Gálvez es evidente la intención de crucificarlo a como dé lugar y, por lo tanto, la jugada está cantada. Mientras Mazariegos todavía espera el movimiento de algunas piezas clave en la postuladora para mandar por un tubo la tabla de calificación de los aspirantes, el juez antejuiciado no tiene otro remedio y dependerá de lo que proponga el “imparcial” juez pesquisidor.