tragedia xela
Con asombrosa prontitud, el portavoz del Ministerio Público concluyó sobre lo que habría ocurrido en Quetzaltenango. Foto La Hora/AFP

Con asombrosa prontitud, el portavoz del Ministerio Público afirmó que la muerte de varias personas en Quetzaltenango, tras un concierto, fue porque personas ebrias se cayeron provocando el tumulto en el que hasta niños perdieron la vida. Testigos, en cambio, relatan que se produjo una aglomeración porque no habían habilitado una salida y que desde atrás empezaron a empujar, lo que generó todo el problema. Obviamente los dos menores de edad fallecidos, de doce años de edad, no estaban ebrios y llama la atención que el MP no profundice la investigación sino que la inicie a partir de una conclusión que no es coherente con lo que han dicho testigos.

Los organizadores del evento no han informado de cuántas salidas tenían habilitadas y qué medidas de seguridad implementaron durante el evento en el que, por supuesto, se vendería licor.
Pero nuestro ente encargado de la persecución penal se apresuró a emitir una declaración en la que hace recaer la culpa del percance en las personas que fueron aplastadas por una multitud, afirmando que, ebrios, se cayeron justamente cuando la multitud empezó a salir.

El incidente tiene que servir para asegurar la existencia de medidas de seguridad en ese tipo de eventos porque se sabe que a los mismos acuden verdaderas multitudes ansiosas de paz y esparcimiento. Pero los organizadores tienen que garantizar de manera absoluta que los locales sean adecuados, que tengan suficientes salidas para evitar peligrosas aglomeraciones y que se controle a la asistencia para impedir ese tipo de estampidas que, como tristemente se vio en Xela, terminan siendo fatales.

Deben existir explicaciones sobre lo ocurrido y las tienen que dar los organizadores y patrocinadores del evento, pero si de entrada el Ministerio Público adelanta una tesis en la que sostiene que “preliminarmente se determinó que al momento de finalizar el concierto algunas personas en estado de ebriedad tropezaron provocando que, a su vez, otras personas perdieran el equilibrio y cayeran, siendo lamentablemente alcanzados (sic) por la multitud”, se ve muy difícil una investigación objetiva. ¿Harían prueba de alcoholemia a los asistentes cuando terminó el concierto para afirmar tal tesis?

En ese tipo de actividades es preciso y necesario mantener el orden no solo por la cantidad de personas que asisten, sino también por las condiciones que pueden alcanzar a lo largo del evento. Es de suponer que se tomaron las previsiones del caso, pero lo que no se vale es que en un asunto donde todo mundo evade su responsabilidad, tanto autoridades como particulares, el Ministerio Público resulte señalando como culpables a las víctimas.

Redacción La Hora

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