Los diputados de la Comisión de Asuntos Electorales plantearon la propuesta de reformas. Foto La Hora/Jose Alberto Rivera/Facebook

Al presentar un proyecto de ley para reformar la Ley Electoral y facilitar el trabajo a los incontables partidos políticos existentes, sin que tengan que rendir cuentas y dando puerta libre al financiamiento, los diputados que firmaron el dictamen favorable incluyeron la elección nominal y no por planilla, como ahora se hace, con lo que le pusieron una especie de dulce para agarrar incautos. La real intención es facilitar el contubernio existente entre financistas (legales e ilegales), impidiendo que el Tribunal Supremo Electoral pueda siquiera denunciar la posible comisión de delitos.

Se aumenta el techo de gastos de campaña sin obligación de rendir cuentas y en general se hace de las campañas una oportunidad inmensa para recolectar dinero y gastarlo (o no gastarlo) como los dirigentes quieran. Pensaron los ponentes que metiendo la paja de la elección nominal todo mundo se iba a quedar callado, como si la opinión pública fuera tonta y no se diera cuenta de que ese aspecto será lo único que seguramente no será aprobado por un pleno ávido de facilitar el trabajo corrupto de los partidos.

La votación nominal y no por planilla es algo que no les interesa a los partidos que tienen, con la elaboración de sus listados, la sartén por el mango no solo para el control del Congreso, sino para seguir vendiendo las postulaciones al mejor postor. Se incluye únicamente para lavar la cara a una iniciativa de Ley que da vergüenza por un contenido tan burdo y descarado que pretende facilitar la recolección de fondos que es parte esencial de nuestra mal llamada “democracia”.

No debemos fijarnos en esa parte de la iniciativa que pretende reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos antes de la elección del año próximo, porque la misma es un engaño burdo para desviar la atención de lo que realmente se proponen los diputados ponentes, que es eliminar del todo aquellos controles que en el pasado pusieron en apuros a algunos partidos que hasta merecieron ser cancelados, aunque las maniobras posibles ante la ausencia de un Estado de Derecho no lo permitieron.

Todo lo que apruebe el Congreso debe ser revisado con lupa porque en todo hay mano de mono. Lo que no significa ningún beneficio para los diputados ni siquiera llega al pleno y apenas lo hacen aquellas leyes que les interesan de manera directa, como puede ser esta “reforma” apresurada a la Ley Electoral en la que, mañosamente, metieron la farsa de la elección nominal en vez de la elección por listados hechos por los partidos.

Redacción La Hora

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