En la fotografía la fachada de la Corte Suprema de Justicia. Foto: La Hora

Una de las cantaletas que usaron para desacreditar la lucha contra la corrupción fue que la misma implementó un sistema de justicia selectiva, es decir que sólo se aplicaba la justicia a determinado sector. Y sí, por supuesto, no se podía perseguir a todo el mundo sino a los corruptos más comprometidos quienes tuvieron que enfrentar sólidos casos en su contra que se basaron en abundantes pruebas más allá de los testimonios que les incriminaron porque todo caso tuvo el respaldo de elementos probatorios contundentes, aunque ciertamente no cayeron todos los que tenían que caer.

Se quiso pintar todo como una persecución contra la “honorable derecha” realizada por la “perversa izquierda”, tratando con ello de convencer a la opinión pública que los ladrones eran víctimas y no criminales. Mucha gente cayó en el juego de la polarización y hoy repiten eso de la justicia selectiva, sin darse cuenta que la justicia penal es simplemente eso, es decir, la aplicación de la ley para sancionar a los delincuentes.

En respuesta, los corruptos que ahora ya empiezan a salir de la cárcel como si nada (y que seguirán saliendo en los próximos días y semanas) han montado casos ficticios contra quienes operaron contra la corrupción y no sólo los persiguen sino que también los destituyen de puestos en los que cumplieron con su deber por muchos años. Eso no es justicia selectiva sino concretamente acciones de INJUSTICIA selectiva, es decir la implementación de procesos injustos son más razón que el resentimiento que les causa todo trabajo que puso al descubierto la forma en que operan las mafias en el país.

La justicia, sea o no selectiva, es totalmente distinta a la injusticia que es el manoseo de las leyes y norma para beneficio propio, en este caso para saciar la sed de venganza que tienen quienes, dividiendo a la sociedad, lograron sembrar suficiente cizaña como para crear esa polarización que tanto les conviene.

Se quiere dividir al país ideológicamente y basta leer cómo definen los dirigentes políticos la “ideología” de sus partidos para entender que aquí no hay ni la más remota idea de lo que es una ideología.

Por supuesto que estamos divididos y muy profundamente, pero la división real está entre quienes quieren seguir robando a manos llenas y quienes aspiran a construir un futuro diferente para esos millones de guatemaltecos que son expulsados del país para que, yéndose a partir el alma en Estados Unidos, mantengan la economía nacional además de a sus familias.

Las destituciones en el MP son parte de esa modalidad actual de absoluta injusticia selectiva aplicada con tanto rigor.

Redacción La Hora

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