La viceministra de Salud, Leslie Samayoa, no supo explicar varios de los argumentos para no comprar vacunas Moderna y Pfizer. Foto La Hora

Para tratar de justificar la incapacidad para adquirir vacunas, lo que significó que seamos uno de los países del mundo más atrasados en el tema de la vacunación, se sacaron de la manga que los contratos para comprar las fabricadas por Moderna y Pfizer contienen cláusulas “que prohíben la compra de esas vacunas” y por eso no se han podido adquirir, según expresó en el Congreso la viceministra técnica de Salud Pública, Leslie Samayoa, quien compartiendo el oficio, formación y talento de Giammattei no puede explicar cómo es que el resto de países soberanos del mundo han podido realizar esas compras para proteger a su población, especialmente ahora que variantes nuevas del Covid-19 están afectando a mucha gente pero se complican más los que no están vacunados.

Resulta que si esas vacunas vienen como donaciones, entonces no hay violación de la soberanía del país y desaparecen las cláusulas que, según la viceministra, “prohíben la compra”, a lo que se suma el descaro de los diputados de cambiar el destino de la partida existente para comprarlas para dar más dinero a los corruptos que se bañarán en pisto por la calamidad que sufre el país.

Nada dijo la funcionaria de la enorme cantidad de vacunas que se vencieron porque nunca hubo una campaña eficiente para llegar a los pobladores a fin de informarles correctamente sobre las ventajas de la inmunización. Como siempre pasa en Guatemala, se ignoró a la población del interior y se centró todo el esfuerzo en las áreas urbanas, dejando a muchos guatemaltecos sin siquiera la opción de acudir a un centro de vacunación.

Se cacarea la soberanía pero no se dice nada del descarado robo que fue la compra de las vacunas Sputnik V que hizo más daño a la población que cualquier limitación que pueda existir para hacer reclamos por efectos secundarios de las vacunas. Reclamos que se pueden hacer, de todos modos, aunque el país haya recibido donaciones terriblemente vergonzosas, que lo son, sobre todo, cuando los donantes terminan enterándose que la mayoría de lo que regalaron terminó vencido y en la basura porque no hubo capacidad de usarlo, mientras que las que más se usaron, las rusas, no sirven a quienes las recibieron ni para viajar al extranjero.

Todo empezó con una burda excusa más, de esas que son tan corrientes en Giammattei, para justificar su incapacidad y la corrupción que marcó la compra de la vacuna rusa. Pero sus indignos funcionarios repiten el argumento idiota porque ya saben que si no cacarean las ideas presidenciales serán objeto de coléricas reprimendas.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorEl negocio redondo para seguir la fiesta
Artículo siguienteBiden: Muertes de migrantes son «desgarradoras»