Un trabajo de La Hora sobre los accidentes de motoristas en el último año refleja cifras espeluznantes porque los mismos cobraron nada menos que 2,154 vidas y dejaron 8,402 lesionados, cifras terribles que se explican por la absoluta anarquía que prevalece y que ha fomentado comportamientos irresponsables, tanto entre los conductores de esa clase de vehículos como de otro tipo de automóviles que se desplazan por esa ruta salvaje en que se ha convertido la vía pública en Guatemala, donde la autoridad se concentra en poner multas para agenciarse de dinero pero no hay ninguna acción para ordenar el comportamiento de los pilotos y forzarlos a respetar las elementales normas de tránsito.
Uno encuentra a cada rato puestos de agentes de la PMT capitalina deteniendo carros para notificarles de multas que parecen sacadas de la manga, pero no los ve actuando en contra de quienes manejan en forma irresponsable. Recordemos que hubo tiempos en los que los operativos de la misma PMT forzaron a los automovilistas a usar el cinturón de seguridad y a no utilizar el celular mientras conducían, pero eso duró poco tiempo y ahora hasta esos avances se han ido perdiendo por la falta de una real estrategia que apunte al verdadero ordenamiento vial.
2,154 familias enlutadas es una cifra muy alta y la misma debiera, por lo menos, servir para reflexionar sobre la necesidad de forzar al cumplimiento de elementales normas. Las motos tienen que observar los carriles como cualquier otro vehículo y muchos de esos accidentes son producto del abuso que se comete al no respetar ese elemental principio. Además muchos de los 8,402 lesionados sufrieron fracturas y golpes severos que les afectan por mucho tiempo, durante el cual no pueden realizar sus actividades diarias ni procurar el sustento a sus familias.
Las motos son un vehículo más y así se deben comportar en la vía pública. Es inaudito e insoportable ver a motoristas circulando sobre las banquetas y forzando al peatón a hacerse a un lado, no digamos los que lo hacen en contra de la vía simplemente porque les da la gana y el resto de la gente tiene que aceptarlo.
Y es que cuando la autoridad no se preocupa por exigir el respeto a la ley sino que sólo se ocupa en cobrar multas para ingresar dinero a sus cajas o, peor aún, en buscar sobornos, el resultado es que cada quien hace lo que le da la gana. La impunidad que hemos generado en el país es también factor importante para mantener esa anarquía mortal.