Las elecciones no se realizaron y el oficialismo quedó frustrado con su intento de conseguir el mando en la Usac. Foto La Hora/José Orozco

La destrucción del Estado de Derecho es no sólo burda sino absoluta y lo podemos ver en la forma como se está manejando la elección del Rector Magnífico de la Universidad de San Carlos de Guatemala en la que, ante el riesgo que representa una candidatura independiente de las mafias, se producen manotazos para enviar la clara señal de que las cosas se arreglarán a como dé lugar para que no haya la menor duda respecto a las intenciones que prevalecen para impedir que alguna institución, no digamos el país, pueda escapar al férreo control que ejercen los grupos que han pactado a favor de la impunidad y la corrupción.

En la Universidad, al menos, hay un grupo de estudiantes que está mostrando su indignación y que rechaza el proceder del Consejo Superior Universitario con el manotazo que deja fuera a cuerpos electorales que no se alinearon con la mafia. En cambio, entre la población del país es abrumadora la indiferencia ante lo que se está viendo y lo que evidencia en el sentido de que si así son las vísperas, seguramente igual o peor van a ser las fiestas, es decir la elección general en la que están dispuestos y comprometidos a jugarse el todo por el todo, incluyendo la posibilidad de que una Corte de Constitucionalidad alineada permita que Giammattei pueda reelegirse, a pesar del expreso y clarísimo mandato constitucional.

Cuando se toleran manotazos como los que se dieron ya con el proceso de postulación garantizando el nombramiento de Consuelo Porras no puede extrañar que en todas las instancias se proceda de la misma manera y que proliferen las acciones arrogantes y prepotentes. Porque lo único que podría contener esas ambiciones desmedidas es una reacción de la gente que no llega a dimensionar la extensión y profundidad del deterioro de las instituciones capturadas. Todos pensamos que se trata de un lío entre políticos y sus aliados en la corrupción, pero la forma en que se está destruyendo la legalidad nos pasará factura a todos, tarde o temprano, porque no habrá nadie capaz de garantizar el legítimo ejercicio de derecho alguno y entre pisotones y despojos, tan propios de la gente que se siente ahora más que nunca dueña del país, a cualquiera le puede llegar el turno de sufrir las consecuencias.

Impresiona no sólo lo que hacen sino la forma descarada en que nos muestran que así como se manoseó el proceso de postulación y se amaña la elección de Rector, lo mismo harán con la elección presidencial del año próximo.

Redacción La Hora

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