En apenas unas horas, tres accidentes provocados por vehículos de transporte pesado causaron la muerte de tres personas y evidenciaron la tremenda inseguridad vial que existe por el nulo control que hay sobre camiones y camionetas que se desplazan a velocidad excesiva en todas las rutas del país, exponiendo al resto de la población y causando verdaderos estragos sin que las autoridades reparen siquiera en el problema, no sólo controlando la velocidad sino también periódicamente las condiciones de esos automotores para determinar si están en condición de prestar un servicio confiable.
Ello lleva a mencionar también la necesidad de implementar el seguro obligatorio para toda clase de vehículos, tal y como se estila en cualquier lugar con mediano desarrollo, lo que tiene que complementarse con una legislación exigente en materia de tránsito que permita retirar la licencia de aquellas personas que de manera reincidente se ven involucradas en serios percances.
Por supuesto que todo ello pasa por un Congreso que trabaje pensando en la población y no en sus propios intereses, así como un Sistema de Justicia que esté dispuesto a aplicar la ley por parejo y no con los criterios subjetivos que ahora prevalecen y que obligan a los jueces a facilitar la impunidad en general y a plantear sanciones a los que caen mal o molestan a los que manejan desde cómodas poltronas todo el aparato del Estado para que opere en el marco de la corrupción.
De esa cuenta es común ver en las carreteras a los ayudantes de buses y camiones entregar la mordida correspondiente a las autoridades de tránsito, sean municipales, de la PNC o de Covial, puesto que el vicio está extendido y no lo ejercitan sólo los cabezones sino también los empleados menores que, sin embargo, tienen que compartir en una interminable pirámide el monto de las coimas con sus jefes y hasta se les fija cuota que tienen que llenar para seguir en los puestos.
Los ciudadanos en general pensamos que la corrupción no nos hace tanto daño y preferimos no meternos en el tema, pero resulta que en la vida cotidiana y en cuestiones de vida o muerte, como pueden ser estos accidentes o el Sistema de Salud, cobra víctimas mortales además de otros perjuicios como los que sufren los alumnos de los centros educativos públicos al tener como maestros a individuos que no ponen el menor empeño en la preparación y capacitación de nuestra niñez.
El transporte seguirá causando muertes mientras las autoridades siguen ocupadas en sus constantes y grandes negocios que son, al fin y al cabo, su único objetivo