La política nacional nos dio una muestra clara y contundente de lo que el dinero que se otorga para financiar las campañas significa en términos de cooptación de quienes serán las autoridades que resulten electas en medio de ese proselitismo que exige una real danza de millones. Si algo ha significado mucho en cuanto al avance y propagación de la corrupción ha sido esa especie de pecado original que tienen nuestros políticos porque llegan al poder cuando ya le vendieron el alma a un diablo que no regala un centavo sino que lo da a cambio de privilegios, concesiones y negocios con el Estado.
Pero no sólo en el ámbito político se produce ese comportamiento que legalmente debiera ser controlado por el Tribunal Supremo Electoral que se hace de la conveniente vista gorda. La elección del Rector Magnífico de la Universidad de San Carlos es otro festín para la corrupción y resulta impresionante ver la forma en que algunos candidatos gastan a manos llenas para ir comprando los votos de aquellos electores que ya se acostumbraron a ser parte de una jugada que ha deteriorado el nivel de la universidad nacional a extremos nunca antes vistos.
La Usac fue por generaciones referencia de seriedad no sólo por la calidad de sus profesores y la mística de sus estudiantes, sino por el elevado nivel académico y profesional de sus autoridades. Hubo épocas en que era difícil competir en prestigio con quien ocupara la Rectoría y nuestros profesionales egresados de esa casa de estudios eran respetados en el mundo académico y bien recibidos al momento de realizar sus especializaciones en el extranjero. Pero en el marco de la polarización ideológica eso se fue perdiendo y a los más prestigiosos los fueron sustituyendo personas sin el nivel al que se había acostumbrado la Universidad, al punto de que los últimos que han pasado por el más alto cargo han enfrentado procesos de tipo penal por manejos económicos en la Carolingia.
Ocurre que el mundo académico se prostituyó en medio de los avatares de la política dado el papel que, para supuestamente salvar de la política buena parte de la función pública, se asignó a las universidades lo que hizo que el dinero de las mafias fluyera hacia muchas de ellas para someterlas a esa ola enorme de corrupción que destruyó no sólo al Ejecutivo y el Legislativo, sino se llevó de corbata al poder judicial y a todo el sistema de justicia del país.
La Usac vive ahora momentos críticos por la elección del nuevo Rector en medio de un proceso que, como las elecciones nacionales, está amañado para asfaltar el camino a los corruptos.