Hoy celebramos mundialmente el Día del Cariño y en Guatemala el festejo tiene no sólo un ingrediente comercial porque se sabe que son fechas en las que hay intercambios de regalos, sino también el puramente sentimental que nos hace a todos querer estar cerca de los seres más queridos. Sin embargo, en los últimos años hemos visto cómo la artificial polarización que han sembrado algunos para que les sirva de terreno fértil para avanzar en sus planes, ha significado no sólo el distanciamiento sino hasta el fin de muchas amistades y hasta de relaciones con la misma familia.
El asunto viene de lejos porque el nuestro fue un país que se dividió profundamente en los primeros años de la segunda parte del siglo pasado cuando la propaganda anticomunista encontró terreno fértil para multiplicarse y generó suficiente división como para confrontaciones que finalmente llegaron a costar muchas vidas. Pese al esfuerzo de paz y al fin del conflicto armado, siempre hubo resabios de aquellos tiempos en los que era imposible siquiera hablarse entre sí por las supuestas diferencias ideológicas que, curiosamente, se dan mucho entre personas que hablan todo el tiempo de ideologías pero que ni las entienden ni las conocen, pero se aferran con pasión a una palabra o un concepto que, según ellos, es la clave de todo.
Si uno le pregunta a cualquiera de esos apasionados, de uno o de otro lado, sobre qué es el significado de los viejos conceptos de izquierdas o derechas, se da cuenta que no existe ningún conocimiento, ni siquiera ideas más o menos claras, de lo que hay atrás de eso que siembra tan profundas divisiones.
No hemos aprendido, como sociedad, a entender la empatía para realmente ponernos en los zapatos de otra gente ni, mucho menos, espíritu de diálogo en busca de acuerdos o consensos. Y hoy, cuando vemos corazones por todos lados, es un buen día para reflexionar sobre el tremendo daño que nos hace como sociedad esa diferencia abismal que tenemos con el prójimo y que es capaz hasta de hacernos sentir odio por otras personas que suponemos como distintas, que piensan diferente a lo que yo como individuo quisiera que todos pensaran.
A lo largo de la historia de la humanidad han existido diferencias por muchas razones. Nos separan las razas, los idiomas, las religiones, la política y hasta el deporte, pero no debemos dejar que esas formas tan distintas de pensar sobre cosas que nos apasionan sean motivo para enfrascarnos en distanciamientos que son preludio de serios conflictos.