Bajo condiciones distintas, pero igual de rápido, Juan Orlando Hernández se resguardó en el Parlacen como lo hizo Jimmy Morales en 2020. Fotos Parlacen/La Hora

Para el cien por ciento de la opinión pública el Parlamento Centroamericano, Parlacén, es una institución inútil que le cuesta dinero a los contribuyentes de los países miembros que no reciben ni una pizca de beneficio por su existencia. Pero si eso pensamos los ciudadanos, los políticos (y sobre todo los políticos con la cola machucada) pueden dar fe de la enorme utilidad que tiene ese foro regional que ofrece inmunidad a sus miembros, incluyendo expresidentes y exvicepresidentes, lo que hace que cuando entregan sus cargos ejecutivos salgan corriendo a tomar posesión, tal y como ayer hicieron Juan Orlando Hernández de Honduras y Ricardo Antonio Álvarez, quienes no tuvieron que correr entre la gente como ocurrió con Jimmy Morales y Jafeth Cabrera. En cuestión de minutos, luego de haber entregado el cargo y quedar momentáneamente sin la cobertura de la inmunidad, los exgobernantes hondureños recibieron esa valiosa protección que, finalmente, es para lo único que sirve el tal Parlamento.

Y ya veremos, dentro de dos años, cómo a pesar de los pesares y de las garantías de impunidad, a Alejandro Giammattei corriendo a refugiarse a ese esperpento (como le gusta decir) del que ofreció que sacaría a Guatemala si era electo presidente, promesa que como todas las que hizo durante su campaña, no ha sido cumplida ni lo será.

La idea de un Parlamento Centroamericano surgió cuando nuestros países estaban retornando a la vida democrática y se empezaba a hablar de esfuerzos de paz por los conflictos bélicos que afectaban a Guatemala, Honduras y El Salvador. Se pensó que un foro de esa naturaleza no sólo podría ayudar a la integración regional sino a la consolidación de las democracias y los esfuerzos de paz que ya empezaban a ser mencionados luego de los acuerdos de Esquipulas.

Pero lejos de eso se convirtió en una entidad absolutamente inútil que a lo largo de su existencia no ha hecho ni un solo aporte para los pueblos de los países que lo integran. Hubo sociedades más sensatas que impidieron que sus países cayeran en esa maraña costosa e improductiva, pero no olvidemos que para los políticos de todas las latitudes siempre es bueno tener un lugar donde puedan gozar de una jugosa beca que, además, trae aparejada la impunidad disfrazada de inmunidad.

Juan Orlando Hernández podrá pasar tranquilo su período como diputado del Parlacén, sin los sobresaltos de investigaciones por nexos con el narcotráfico, esas que ya enredaron a su hermano, porque para eso es que sirve el Parlamento Centroamericano, que le brinda sueldo y la tranquilidad que necesitan los que no tienen Consuelo.

Redacción La Hora

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