La inflación que por varios factores se ha disparado mundialmente enciende numerosas luces de alerta sobre las consecuencias que ello tendrá en los próximos meses y el impacto que puede tener, sobre todo entre la población más vulnerable por su carencia de recursos y en donde el aumento de precios impactaría de manera más dramática. Las cifras que se divulgan sobre el efecto que ya se está viviendo mundialmente colocan a Guatemala en una posición realmente privilegiada, pero algunos expertos señalan que en estas condiciones es fundamental tener mediciones reales del comportamiento de los precios porque de lo contrario se pueden producir imprecisiones que se traducen en medidas erróneas o, por lo menos, no en las más convenientes para controlar o compensar los efectos nocivos de este fenómeno económico.
Guatemala, como la mayoría de países en el mundo, presenta una importante reactivación de la economía puesto que además del crecimiento sostenido de las remesas se puede ver un crecimiento del monto que ingresa por las exportaciones, lo cual no necesariamente significa mayor producción porque influye el efecto inflacionario en los precios de nuestros productos que se venden al exterior.
También se nota que en la actividad económica interna hay algunas, como la construcción, que están mostrando renovado vigor, generando más empleo y contribuyendo en buena medida a mejorar las perspectivas.
Sin embargo, eso no nos libra de la inflación importada que se deriva de nuestras adquisiciones de materia prima y de otros productos que no se producen en el país. No olvidemos que Guatemala llega al punto de que tiene que importar hasta el maíz que se consume y que el aumento de los fletes, además del aumento de los precios de los productos, tendrá efectos considerables que afecten al consumidor.
Por ello es indispensable que el Instituto Nacional de Estadística, que lleva el Índice de Precios al Consumidor, ofrezca datos precisos y con base en patrones mundialmente aceptados para que de esa manera quienes toman decisiones en los temas económicos, monetarios y crediticios, dispongan de un panorama de la realidad que les sirva para adoptar aquellas medidas que son las más convenientes de cara a la situación en que vivimos.
Debemos entender que el efecto en la economía familiar de la inflación es algo que nos debe preocupar seriamente y que sólo se puede atender si tenemos datos reales, producto de la implementación de técnicas eficientes para la recolección y análisis de los datos que se ofrecen en el comercio local día a día. No es poca cosa, aunque parezca algo sencillo, sobre todo cuando puede haber algún interés por aparentar una bonanza y crecimiento que no se traduce en bienestar de la población más necesitada.