Ayer empezó el proceso de aprobación del Presupuesto General de la Nación en el Congreso de la República. Foto Congreso.

Tal y como se esperaba, ayer empezó el proceso de aprobación del Presupuesto General de la Nación que convirtieron en una gran piñata que será muy útil a los políticos tradicionales en el año 2022, no sólo por ser año preelectoral, sino porque con la repartición de partidas que han hecho, muchos se van a forrar de dinero puesto que hubo asignaciones para todos los gustos y de todos los tamaños. Ya sabemos los guatemaltecos que en el Congreso no se resuelve nada sin el pago de votos y tampoco algo que no vaya a representar alguna tajada para los diputados. Eso de “representantes del pueblo” que tienen la obligación de velar por el bien común es algo que no se refleja en ninguna de las escasas acciones legislativas tomadas por la mayoría oficialista debidamente aceitada.

La inmensa cantidad de dinero (105,939.4 millones de Quetzales) que conformará el presupuesto no se va a traducir en mejor infraestructura ni en mejores servicios públicos porque todo está pactado para que sea gastado en el marco de la corrupción e impunidad que caracterizan la función pública en el país. No habrá más escuelas ni mejores maestros porque el dinero se dilapidará en el Pacto Colectivo, instrumento que ha hecho retroceder la calidad del aprendizaje en el país. No habrá mejores servicios de salud porque los negocios con la compra de medicinas e insumos no desaparecerán sino que serán más grandes. La seguridad ciudadana no se verá reforzada porque la Policía Nacional Civil ya volvió por sus viejos fueros. El famoso listado geográfico de obras se repartirá entre los políticos (Alcaldes y Diputados) que simularán obra cuando lo que hacen son mamarrachos que les permiten robar a manos llenas.

Y por si eso no fuera suficiente, se asignan jugosas partidas a fundaciones y organizaciones no gubernamentales vinculadas a los políticos, además de que la danza de plazas fantasma crecerá como crece todo lo que tiene que ver con la corrupción. Y ya hemos visto que hasta entidades eminentemente técnicas, como lo había sido el Insivumeh, se convierten en botín político para que las prostituyan haciendo más extendido el cáncer que carcome al país.

Si el Presupuesto del año pasado era escandaloso, éste es aún mucho peor porque los niveles de descaro y cinismo han ido en constante aumento y no se le teme a nadie toda vez que la institucionalidad completa del país ha sido debidamente controlada para que el Presupuesto de este año sea la más generosa y surtida piñata de la historia. Y a paso lento pero seguro, el mismo avanza en el Congreso pese a los cuestionamientos ciudadanos y a la crítica de los pocos diputados que quedaron fuera de la repartición de panes.

Redacción La Hora

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