Ayer, la nueva Presidenta del Congreso, luego de ser electa, aseguró que todo poder deviene de Dios y debe ser respetado por esa razón. Foto José Orozco/La Hora

Para los seres humanos es imposible entender los designios de Dios y es que los planes divinos no se ajustan a los planes y la visión de los hombres, razón por la cual suceden hechos y situaciones que, a ojos de los creyentes, un Dios lleno de bondad y que vela por su pueblo supuestamente no debería permitir pero que ocurren día a día, sin que ello convierta a ese Ser Supremo en alguien perverso causante del mal que alguien sufre. Las Escrituras hay que leerlas entendiendo el contexto del tiempo en que fueron escritas y vivirlas en el de la realidad cotidiana, pero lo más importante es, como decían nuestros ancestros, no tocar a Dios con las manos sucias y ello sucede cuando se trata de revivir una Teocracia que tiene como principal objetivo afianzar la corrupción y garantizar la impunidad.

Si todo el poder ha sido siempre puesto por Dios, es lógico preguntarnos cómo pudo existir entonces un Hitler que ordenó matar a millones de judíos, un Stalin que hizo lo mismo con millones de sus opositores o hasta un Idi Amin que cometió atrocidades realmente salvajes en Uganda. Y eso para mencionar apenas tres Autoridades que en el siglo pasado hicieron historia por su brutal barbaridad. Qué podría haber perseguido Dios poniendo a esas autoridades si es que, como dice la nueva Presidenta del Congreso, todo poder deviene de Dios y debe ser respetado por esa razón.

Dios nos otorga a todos el libre albedrío para hacer el bien o el mal y cada uno de nosotros tiene que rendir cuentas de sus actos, de su comportamiento y de su relación íntima con Dios y la fe. El nuevo conservadurismo político, carente de argumentos sólidos, se aferra a esa idea de la Teocracia que, por supuesto, cala en mucha gente que cree en Dios y que es utilizada por fanáticos religiosos como instrumento de sus propias ambiciones y desmanes.

Usar el nombre de Dios para justificar la corrupción y los desmanes que sufrimos y que tienen a este pueblo como está es usarlo en vano, es ofender a un Dios que nos reclama amar a nuestros semejantes. ¿Cómo podemos amar a nuestros semejantes operando en medio de tanta corrupción, al punto de que ni vacunas tenemos para prevenir la muerte de mucha gente, y de ajuste elaborando un sistema que impide el castigo de los que le roban hasta la esperanza al pueblo?

Dios no es causante de las desgracias humanas que sufren tantas personas y la corrupción es una de ellas.

Redacción La Hora

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