En la conformación de la primera Junta Directiva de esta Legislatura la figura prominente del pacto fue Zury Ríos, quien no sólo logró colocar a su gente en la Directiva sino se aseguró la elección de Molina Barreto para la Corte de Constitucionalidad con el agregado de una posición entre los suplentes para Luis Alfonso Rosales Marroquín, lo que significaba asfaltarle la ruta a la hija del general Ríos Montt para que pudiera participar como candidata presidencial, a pesar de lo establecido en la Constitución con respecto a los parientes dentro de los grados de ley de quienes hubieren roto el orden constitucional.
Pero ese pacto no llegó ni a dos años porque ha surgido una nueva alianza luego de la forma en que se maniobró la conformación del Tribunal Supremo Electoral que no será simplemente la autoridad que vigile el proceso para velar por la legalidad y transparencia, sino será el que meta las manos abierta y burdamente. Y ya empezó al entregarle el partido UNE a Sandra Torres, lo que la ha convertido de la noche a la mañana de perseguida penalmente a la figura con la que negocia Giammattei el futuro del país, empezando por la junta directiva que dirigirá al Congreso en el crucial año 2022, preludio del año electoral, cuando el Listado Geográfico de Obras resulta clave en muchos sentidos, no sólo para aumentar la corrupción sino para que los diputados puedan comprar más conciencias en sus distritos y aseguren sus reelecciones y la elección de su candidato presidencial.
Zury Ríos, quien parecía tener el control de la Corte de Constitucionalidad con Molina y Rosales, puede quedarse con esos dos únicos votos si el acuerdo de Giammattei con Torres sigue avanzando, cosa que posiblemente ocurra porque si alguien sabe cómo manejar a un presidente inepto y que no entiende su realidad, es quien como Primera Dama de la Nación se convirtió en la verdadera gobernante de Guatemala.
Finalmente el control de la CC lo tiene el mismo Giammattei porque los acuerdos con los magistrados de Zury Ríos fueron coyunturales, mientras que el resto de las magistraturas fue objeto de cuidadosa selección para no dejar nada al azar. Y en todo el esfuerzo de la magistrada Leyla Lemus le devuelve a Torres el control de esa Corte, pues escogió a los más proclives a obedecerla. Ahora aquellos que siempre daban instrucciones y decían a quién se debía apoyar, tienen que recurrir a los políticos para entender cómo es que tienen que empezar a apoyar a la odiada candidata.