Entre las cosas positivas de los últimos años estuvo el avance en la reforma policial y los cambios profundos en el Ministerio Público, lo que se tradujo en una reducción de los crímenes contra la vida en el país y avance en la justicia. Pero con el gobierno de Jimmy Morales todo eso se detuvo y empezó un marcado retroceso, una vuelta al pasado de corrupción en ineptitud que empieza a reflejarse en una violencia fuera de control, producto de la impunidad que es aliciente para que los criminales hagan de las suyas.
Degenhart destruyó los avances en la PNC destituyendo a una cúpula policial que estaba dando una nueva moral y un nuevo aire de eficiencia a la policía. Porras destruyó los avances que habían logrado sus antecesoras para avanzar en la persecución penal y ayer dio un manotazo a la institucionalidad con los “nombramientos” de nuevos fiscales que en realidad son destituciones de antiguos fiscales que venían trabajando con eficiencia pero que no seguían la línea del mando superior del Ministerio Público.
Dice el comunicado de la “doctora” Consuelo Porras que ella “reitera su compromiso con la población guatemalteca por garantizar una justicia eficaz mediante el fortalecimiento institucional, con personal calificado e idóneo, en aras de consolidar el Estado de Derecho y la cultura de respeto y legalidad”, pero no explica por qué es que se relajaron los procedimientos para otorgar ascensos a fiscales y cómo es que algunos que han sido muy eficientes en la persecución penal pasan a Fiscalías de muy escasa trascendencia, sólo porque fueron criticados por la Fundación Contra el Terrorismo, influyente entidad que por lo visto marca el rumbo del actual Ministerio Público.
Los avances en la PNC tomaron años y lo mismo puede decirse de lo que ocurrió en el MP. Continuos esfuerzos por dejar atrás pasados vergonzosos y fortalecer la institucionalidad dieron fruto que se tradujeron en mayor confianza ciudadana en sus instituciones, pero tristemente todo lo que se avanzó fue borrado de un plumazo para regresar a un pasado de más mordidas que previsión, en el caso de la policía, y otro de casos entrampados y justicia selectiva, en el caso de la persecución penal.
Lo que se construye en varios años se destruye en un día y no se puede reparar después fácilmente porque los retrocesos marcan dejando huella, apartan a los mejores elementos y ubican a personas ineptas o corruptas en posiciones clave. Nuestra ruta hacia el abismo sigue bien marcada en el diseño hecho para consolidar la dictadura de corrupción.