El presidente Alejandro Giammattei participará en la 51 Conferencia anual de Washington sobre Las Américas. Foto La Hora/Presidencia

Mucho se dice de la designación que se hizo de Consuelo Porras y su Secretario General, Ángel Pineda, como operadores de la corrupción por entorpecer la justicia pero hay que entender el mensaje profundo que implica esa decisión y a quién va realmente dirigido. Los sonoros casos de entorpecimiento de la justicia surgen de tres investigaciones producto de testimonios que llegaron a la FECI y cuando alguien que había sido muy allegado al presidente fue cuestionado sobre uno de ellos, corrió a decirle a Giammattei que se le estaba investigando por el caso Benito y allí empezó Troya porque indagando e indagando vieron que estaba también lo de la alfombra rusa y la colaboración eficaz de Gustavo Alejos que implicaba al gobernante.

No es por la interferencia en casos como el del Instituto de la Víctima que les cayó la viga a Pineda y Porras. Es justamente por el sonoro caso Giammattei y cuando Estados Unidos hace el señalamiento es después de que las evidencias duras del caso ya están en su poder pues aunque destruyeron lo que había en el Ministerio Público, es obvio que la FECI tenía que tener copias de respaldo sabiendo que habría, precisamente, esa acción para entorpecer la justicia y destruir las pruebas.

El papel de Porras como encubridora de la corrupción lo supieron los norteamericanos desde que fue nombrada y, sin embargo, no la evidenciaron. Pero cuando Giammattei la llamó junto con la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia a Casa Presidencial para ordenarle que destruyera todo lo que había en su contra en esa Fiscalía tan detestada, las cosas cambiaron. Estados Unidos sabía de la investigación en curso y conocía detalles del caso que deben haber sido, suponemos, una especie de seguro de vida de los fiscales de la FECI.

Entonces lo de Porras es incidental, al fin de cuentas nunca ha tenido la importancia que ella se quiere dar haciendo sus ininteligibles comunicados. Fue puesta como Fiscal porque se comprometió a ser el instrumento de impunidad para Jimmy Morales y su equipo y muy luego se ganó la profunda “amistad” de Giammattei. Nadie del entorno político, ni los jefes de quienes pomposamente la condecoraban, serían jamás procesados bajo su gestión.

Lo serio y hasta grave de todo esto es que ella ha sido sindicada luego de atender la orden de Giammattei de destruir las evidencias en su contra y de despedir a Juan Francisco Sandoval. Ese es el meollo de todo el asunto y por lo tanto alguien sí debe estar seriamente preocupado.

Redacción La Hora

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