En Guatemala sabemos que los pícaros ya no guardan ni las apariencias pero con todo y ello lo de ayer en el Congreso, con el Presidente de ese organismo Allan Rodríguez estirando el tiempo de una votación para negociar por teléfono con diputados que venden su voto, es sin duda el colmo de la desfachatez. Resistió a los llamados que hacían desde sus curules diputados para cerrar la votación sobre el Estado de Calamidad y usó su teléfono para hacer compromisos de dinero sucio con diputados vendidos que estaban siendo contactados por otros miembros del oficialismo y que necesitaban el compromiso de Rodríguez quien, a su vez, comprometía a Giammattei en el sucio arreglo porque implicaba que en el Presupuesto se harían compensaciones millonarias a los que votaran a favor de la restricción de garantías, esa que abría la caja de Pandora para que Salud hiciera gastos a manos llenas sin control ni verificación.
En tres días de vigencia del Estado de Calamidad se reportaron 569 eventos, todos ellos de artículos que pudieron irse comprando normalmente si el gobierno tuviera la menor intención de atender realmente la pandemia y dar insumos a los médicos y enfermeros que se desviven tratando de salvar vidas. En el decreto presidencial las medidas de restricción apenas ocuparon unas cuantas líneas, mientras que lo relacionado con las compras y adquisiciones fue el meollo porque, al fin de cuentas, tal era la intención evidente.
Giammattei, con la insolencia que le caracteriza, dijo que él ya había emitido el decreto y que ahora el tema era el “maldito problema de ellos, los diputados¨ del Congreso. Pues resulta que esos diputados le mandaron de vuelta el “maldito problema”, a sabiendas de que no hará nada para ayudar a la población porque eso está más que probado, sobre todo con el tema de las vacunas que compraron a los rusos y que los guatemaltecos tienen que esperar sentados.
Fue cínico el comportamiento de varias bancadas que hicieron defensas vergonzosas de lo indefendible al tratar de cuestionar los muy duros y certeros señalamientos que se hicieron contra el gobierno por su evidente corrupción e incapacidad. Guatemala sigue siendo uno de los países con menos personas vacunadas por la incapacidad oficial para informar a la población y por el negocio con la vacuna rusa. Pero todos los errores anteriores quedan chiquitos ante el descarado papel del Presidente del Congreso negociando con el dinero del presupuesto para comprar los votos que abrían la puerta a nuevos y más jugosos negocios realizados al amparo del Estado de Calamidad dispuesto por Giammattei.