El fin de semana publicamos un trabajo sobre las impactantes declaraciones hechas a Luis Felipe Valenzuela de Emisoras Unidas, por el doctor Francisco Coma, viceministro de hospitales, quien expuso sin tapujos la realidad que les toca vivir a quienes ven no sólo el aumento brutal de casos y la saturación hospitalaria, sino la falta de insumos para atender pacientes y el agotamiento extremo del personal de Salud, mientras que los programas de vacunación no avanzan como se quisiera por la falta de vacunas para completar la segunda dosis de Sputnik y la incapacidad para realizar eficientes campañas de vacunación.
Llegó un momento en que Coma no pudo contener sus emociones y él mismo dijo que ya no puede más. Han estado tratando de implementar acciones para prevenir contagios, entendiendo que no se puede cerrar el país nuevamente, pero con restricciones que impidan aglomeraciones y la realización de absurdos eventos sociales en los que se departe como si no hubiera pandemia. Es cierto que nadie imaginó en marzo del año pasado que esto iba a durar tanto tiempo y que iba a ser tanta la necesidad de guardar distancia hasta con los parientes más cercanos, pero es obvio que en Guatemala ni el gobierno ni la ciudadanía han tenido el tino para actuar de manera adecuada.
Somos uno de los países más atrasados en el tema de la vacunación y desde hace mucho tiempo el gobernante anunció que la pandemia pasaba a ser responsabilidad de la gente y no del gobierno. Los efectos están a la vista y cuando el equipo de salud trató de sugerir que se decretaran medidas más severas, lo más que pudieron obtener fue un estúpido toque de queda de diez de la noche a cuatro de la mañana, equivalente a prácticamente nada, pero fue lo más que estuvo dispuesto a ceder Giammattei por los compromisos adquiridos.
Es importante recalcar que cada persona que decide no vacunarse o que no usa correctamente la mascarilla no sólo se expone sino que expone a otra gente y provoca esa impotencia y frustración entre el personal médico que ya no se da abasto. La mascarilla no sólo protege a quien la porta sino a la comunidad y toda esa gente que asiste a eventos donde se convive sin distancia y sin mascarilla no sólo puede enfermar, sino que puede contagiar.
Seamos conscientes del impacto que tienen nuestros actos en la pandemia hacia el resto de la sociedad. Los médicos que atienden a pacientes de COVID-19 no aguantan más y debemos ser solidarios.