Mynor Toc, presidente de la Junta de Alcaldes de los 48 Cantones de Totonicapán, dejó clara la ruta que se debe seguir. Foto La Hora/José Orozco

Lo que fue diseñado como un acto demagógico para ganarse el respaldo de un importante sector de la población indígena, terminó siendo un balde de agua fría para Giammattei a quien de frente, con voz serena pero firme, el Presidente de los 48 Cantones de Totonicapán, Martín Toc, dejó en claro que si en algo hay ahora unidad entre los guatemaltecos es en exigir rendición de cuentas y respeto de parte de un gobierno concentrado en librarse de investigaciones penales por actos de corrupción de distinto tipo. La silla de Atanasio Tzul, devuelta a los indígenas después de doscientos años, fue el símbolo de su breve reinado y lejos estaba el gobernante guatemalteco de imaginar que el acto se convertiría en la plataforma desde la que, un siglo más tarde, se volvería a hacer un llamado a la unidad nacional en contra de quienes usurpan el poder para su propio beneficio.

Quienes asesoran a Giammattei le aseguraron, desconociendo la dignidad del pueblo indígena, que devolver la silla sería como entregar espejitos y el tiro les salió por la culata. Toc advirtió que no se puede restringir el derecho a manifestar y además reclama que todos los guatemaltecos nos unamos para exigir la rendición de cuentas, en una respuesta que sin duda hará tambalear las bien tejidas estructuras de un Estado cooptado por el extenso acuerdo que hay entre corruptos dedicados a la política y corruptos dedicados a sus negocios.

Explica Martín Toc que es necesario unirnos alrededor de acuerdos básicos sobre los temas urgentes. La rendición de cuentas es el punto de partida, pero se busca una estrategia sensata para contener la pandemia con vacunación efectiva y propuestas concretas para sacar al país de la crisis. No se trata de convocar a amplias mesas de diálogo, dice, porque lo que urge es un acuerdo básico que nos permita trabajar unidos, canalizando esa “indignación y rabia” que provoca la corrupción, pero yendo más allá de las redes sociales y de las manifestaciones.

Por supuesto que los genios de la polarización ya han empezado a generar otra división, esta vez racial, confiados en que con ello van a detener los efectos de esa indignación y rabia de la que habla Martín Toc y que se ha vuelto mayor por el evidente desprecio de Giammattei a la población en el tema de las vacunas.

No son, pues, 150 pelones con la cabeza desequilibrada los que le hablan a Giammattei. Es todo un pueblo que se hartó de que le roben impunemente y que da muestras claras de ese hartazgo.

Redacción La Hora

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