Los guatemaltecos continúan acudiendo a los centros de vacunación para inmunizarse contra el COVID-19. Foto: La Hora/José Orozco.

En medio de una pandemia que no han sabido manejar, sobre todo con el tema de las vacunas, y las contradicciones que públicamente surgen entre un presidente que llama a que la gente vaya a vacunarse y una ministra que dice que no hay suficientes vacunas, la ciudadanía se encuentra en una difícil situación agravada, además, por la poca confianza que despierta la capacidad del gobierno para administrar vacunas que requieren una exigente cadena de frío. En la mayoría de países se están utilizando refrigeradores que hasta tienen sistemas de alarma si se pierde la temperatura requerida para que se sepa si algunas dosis pudieron estar en riesgo de dañarse porque no había suficiente frío.

Aquí el gobernante hace propaganda con la donación que hizo una empresa privada de enfriadores que alcanzarán, si mucho, para las cabeceras departamentales, pero todo el resto del país y la misma ciudad capital con sus muchos centros de vacunación no dispondrán de ese exigido mecanismo de enfriamiento que es indispensable, léase bien, para la efectividad de la vacuna rusa.

Es de tal calibre la situación que hasta se habla ya de devolución del dinero ruso, lo cual obviamente es necesario, pero no se dice absolutamente nada de cuáles puedan ser las alternativas para darle a la población la esperanza de alcanzar la inmunización. Hemos visto que los países vecinos están mucho más avanzados (con excepción de Honduras) inmunizando a la gente, mientras el gobernante insiste en que el problema no es de él y que se trata de campañas de desprestigio. Ayer miles de personas que habían acudido a centros de vacunación tuvieron que regresar con las caras destempladas porque les notificaron que no hay vacuna, que les volverán a avisar cuando haya disponible.

No estamos hablando de repartos de cualquier tipo de ayuda, de esa que prolifera con el clientelismo. Estamos hablando de la sobrevivencia de miles de personas que pueden ser contagiadas por el COVID y que pueden sufrir complicaciones. Estamos hablando de un país que no puede retomar la normalidad, lo que afecta la economía y, sin embargo, las autoridades parecen no inmutarse porque están ocupadas (o preocupadas) por otros asuntos como acabar con la FECI a como dé lugar y a marchas forzadas.

La situación de las vacunas es el peor manejo de una crisis nacional en la historia. Ni siquiera la arrogancia de Estrada Cabrera tras el terremoto de principios del siglo pasado llegó a tanto. Estamos ante una pandemia que nos demanda la milla extra y el costo de la actitud gubernamental es demasiado alto.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorGiammattei dirigiendo el manotazo
Artículo siguientePandemia: educar no debe olvidarse