Ayer llegó, de sorpresa y cuando ya no lo esperaban, el nuevo cargamento con la cantidad de 50,000 dosis de vacunas Sputnik V y coincidentemente el Ministerio de Salud reconoció que la misma no se puede aplicar en todos lados y que sólo hay dos centros de vacunación habilitados. La razón es la exigente cadena del frío porque el medicamento tiene que permanecer a -18 grados centígrados y si se descongela tiene que ser colocada en termos para administrarla en un lapso de dos horas a fin de que no se eche a perder, por lo que primero tienen que calcular cuánta gente recibirá la vacuna en ese lapso, antes de proceder a descongelar el producto.
Obviamente es un procedimiento complejo y delicado y ya sabemos que Guatemala no es un país para administrar ese tipo de procesos, menos con personal sindicalizado que se siente protegido y que puede hacer lo que le da la gana, como ocurre con buena parte del magisterio, por ejemplo, y con los que son parte del también todopoderoso Sindicato de Trabajadores de la Salud. Se supone que cuando el presidente Giammattei realizó la negociación para la compra de las vacunas fue informado de esa peculiar exigencia, especialmente porque por su formación como médico debió preguntarlo. El caso es que se pagaron millones por vacunas que no llegan y hay que darle gracias a Dios que no manden más porque no tenemos refrigeradores suficientes para almacenarla y de esa cuenta el producto sería inútil por el pequeño gran detalle de la cadena del frío.
La vacuna AstraZeneca se puede refrigerar entre 2 y 8 grados, temperatura que se obtiene con cualquier refrigerador normal, pero para alcanzar los -18 grados de la Sputnik se necesita comprar muchos refrigeradores porque el país no dispone de ellos y si los rusos cumplieran con enviar más vacunas, vendrían solo a descomponerse.
Es patética la situación de verdad porque se confirma que el ministerio de Salud no da la talla para enfrentar el reto. También se reconoció que no hay plan de información sobre la vacunación porque están pendientes de licitar quién lo hace y mientras tanto les conviene el misterioso (confidencial dicen ellos) arreglo con los rusos que despachan a cuentagotas.
Quisiéramos ser positivos, propositivos e infundir confianza en la población porque la vacunación es crítica para el futuro nacional pero lamentablemente si somos objetivos no podemos sino criticar tanta torpeza y preocuparnos porque el personal de salud, protegido por su sindicato, sea capaz de administrar esa exigente cadena del frío.