-Ícaro: Quise venir a verte para platicar un rato. Hace tiempo que no lo hacemos, y me he sentido a veces como volando sin rumbo y hasta estrellándome con cosas que finalmente descubro que no tenían sentido.
-Dédalo: Me da gusto que vengas. Yo estoy aquí atendiendo mi vida en lo que me llega el final. Sin afán neurótico, trato de recordar cotidianamente que voy a morir, y que puedo progresar un poco cada día.
-Ícaro: Supongo que te asusta saber que cada vez te queda menos tiempo. Si lo pienso, no es una idea que me atraiga.
-Dédalo: Es cuestión de enfoques creo, pero a tu edad yo decía lo mismo. Lo que pasa es que he vivido más tiempo y por lo mismo me he equivocado más, y asumo que eso me ha dejado algunas lecciones. No podemos librarnos de las penas de la vida y de la muerte; el mundo es como un laberinto.
-Ícaro: Así lo siento; conforme voy avanzando me voy llenando de entusiasmo, pero también de dudas, y me asusta no saber por qué camino tomar.
-Dédalo: Claro, son las cosas que le cuestan a la existencia; incluyendo el hecho de que muchas veces se puede sentir que la vida es injusta; como una percepción claro está, porque la vida solo es un espacio y no un ser vivo; los vivos somos nosotros. De ahí que puede ser una pérdida de tiempo dejarse atrapar por cosas superficiales y triviales, como atajos mentales para simplificar la toma de decisiones.
-Ícaro: Y lo peor es que, aunque me meto en el mundo y me relaciono con mucha gente, hay momentos en que me siento solo.
-Dédalo: Eso es muy válido, y está bien ponderado. En el núcleo estamos solos, la gente, aunque lo intente, solo puede llegar hasta cierto punto. Por eso es tu vida, y la tenés que vivir sin importar cuanto apoyo recibas de los demás.
-Ícaro: Se dice fácil pero cómo cuesta, porque uno espera mucho y se termina descorazonando. Pobre la gente que creyó que yo era su gran opción, y no llené sus expectativas. He tenido que esforzarme para no caer ante las demandas, pero también para no ser demandante.
-Dédalo: Vas bien entonces, y conforme vayas viviendo distintas etapas de tu vida y pasando por distintas experiencias, irás descubriendo nuevos mundos y formas de vivir.
-Ícaro: ¿Habrá algún método seguro para vivir sin complicarse tanto?
-Dédalo: Estoy seguro de que no. Cada uno va encontrando fórmulas que aunque fueran útiles en algún momento, sirven para algo pero no para todo; y ese es el reto, diversificarse para no querer hacer siempre lo mismo y tratar igual a todas las personas y situaciones.
-Ícaro: Pero algo general debe haber. Dame alguna sugerencia, no seas así.
-Dédalo: Bueno, para que dejes de comer ansias te voy a dar la receta de un licuado que yo trato de tomar todas las mañanas con la intención de alimentar mi espíritu, que es lo que trato de cuidar más.
-Ícaro: Me gusta, un licuado quiere decir que hay ingredientes. Contame.
-Dédalo: Sugiero que te propongás un sincero deseo de ser feliz. No hablo de la felicidad de la alegría, que no está mal a ratos. Hablo de la felicidad de la consciencia que no niega y que se atreve al derecho de todas las emociones, desde las más sublimes y elevadas, hasta las más tristes y funestas.
-Ícaro: Me quitás un peso, porque a veces me siento culpable por tener sentimientos negativos, hasta malos tal vez. Pero es que así nos han dicho, y uno siente que está mal. ¿Y qué más?
-Dédalo: El segundo ingrediente es que no le pongás metas a tu felicidad. Esto te puede ayudar a no sufrir por expectativas absurdas y finalistas. Puede ser muy frustrante que querrás todo a tu gusto, porque vas a terminar rematando con mucha rabia con alguien, o hasta con vos mismo. Atrévete a las metas intermedias que te va dejando el recorrido de la vida, aunque no llegués siempre a algún destino. Aunque no pase lo que querés, algo inesperado puede ayudarte a avanzar.
-Ícaro: Eso sí. He ido entendiendo que casi nada sale como lo planeo, ni es peor de lo que imagino; y que los miedos nunca se cumplen. ¿Hay más ingredientes?
-Dédalo: Aquí te va el tercero. Dale a cada día lo mejor que podas dar ese día, no más. Tenés que protegerte de algún modo, porque si en una de esas tenés que pasar mediodía en el baño porque tenés diarrea, solo vas a poder dar el mediodía que te queda. Además, ¿qué hay de malo en tener de vez en cuando encierros privados para meditar?, aunque sea en el baño.
-Ícaro: Todo eso tiene que ver conmigo, digamos. Pero uno no se puede apartar del tema de la gente, que también es parte de la vida.
-Dédalo: Con la gente mejor si no te metes tanto; ese es el cuarto ingrediente. Podés caer en la tentación o en la trampa diría yo, de exigirle lo que tal vez no está capacitada para dar. Tenés que aprender a ser justo con las calidades de cada persona. Además, tenés que aprender a quitarte del camino de los que embisten con su egoísmo y de los que te enganchan con alguna lógica sentimental perversa. Aquí cabría decir que este ingrediente es el que te ayuda a no dejar que te envuelvan con manipulaciones.
-Ícaro: Eso si lo veo difícil, porque cuando siento ya estoy queriendo cambiar cosas, hasta a la gente. Es como un esfuerzo inútil por querer demostrar algo, convencer a alguien, o probar que tengo poderes, no sé. Ya me ha ido mal con eso, te cuento.
-Dédalo: Pueden pasar cosas muy malas si solo pensás en vos mismo; y por eso está el quinto ingrediente. No te metás en lo que no te importa, al menos lo más que podás. El objetivo en el fondo es que no tengás mucho que hacer, porque seguramente en la mayoría de las cosas no tenés nada que ver. La autoimportancia puede ser muy destructiva en cualquier dirección.
-Ícaro: Pues sí, después anda uno metido en situaciones de riesgo de cosas que ni sabe de dónde vienen, y viviéndolas como si fueran propias.
-Dédalo: Bueno, para eso es el sexto ingrediente. No hagas cosas que para hacerlas te tengás que esconder. No somos tontos, pero cometemos acciones con las que no estamos de acuerdo en el fondo, y que desaprobaríamos en público. Cada cosa se tiene que tratar de entender con ella misma, y no solo con generalidades o estereotipos, aunque tome más tiempo y cueste un poco más de trabajo.
-Ícaro: Es increíble como todo lo que uno hace va a dar a su vida, porque atendiendo algunas cosas se desatienden otras, y es en esas otras donde se sufre al final.
-Dédalo: Verdad que sos listo; pero esperate, todavía te falta el séptimo y último ingrediente. Tratá de entender que con las personas nada es personal. Las cosas no se explican con vos, podés estar en ellas, pero no sos la causa; toda la gente ya era como es antes de que vos aparecieras. Eso te ayudará a tener menos culpas, a no querer controlar tanto, a no sufrir por cosas imaginarias, y a no depender de la opinión de los demás.
-Ícaro: Sustancioso tu licuado, difícil de lograr; pero necesario si voy a vivir conmigo mismo toda mi vida. Voy a tratar de averiguar qué es lo que realmente deseo y de qué cosas gozo. También qué voces internas son las que estoy atendiendo, y por qué actúo como lo hago y no de otra manera; digo, para no irme de boca y aprender a cuestionar mis primeras impresiones que son las que más me hacen equivocarme.
-Dédalo: Qué bien, se te escucha humilde. Y como te gusta volar, aprovechá para ver todo desde arriba, será una visión más panorámica. Y si podés controlar tu orgullo, tratá de no acercarte tanto al sol solo para ver hasta dónde llegás, con riesgo de que se te derritan las alas.