Juan Jacobo Muñoz Lemus

juanjacoboml@gmail.com

"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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-Que tal vos, tanto tiempo sin verte. Es increíble como la vida nos absorbe y nos hace desatender tantas cosas. Cosas importantes quiero decir, como interesarse en las personas que uno conoce, y con las que ha compartido tanto en el pasado. En fin, me da gusto verte.

-A mí también me alegra verte, y digo lo mismo. Yo tampoco he hecho mucho por buscarte, pero ya ves; uno se mete en su vida y la vuelve un referente de todo; como si fuera un castigo o como si debiera ser algo fabuloso. Tanta gente que hay, y cuesta toparse con alguien que se declare feliz.

-Supongo que vivimos en constante contacto con la vida, esperando que se adapte a nosotros, cuando somos nosotros los que debemos adaptarnos. Recibimos golpes y los soportamos, pero tardamos en hacer los ajustes correspondientes para lograr una mejor adaptación. Sin embargo, la vida es bella y ofrece muchas cosas que ver, es como un paseo en un parque temático, siempre estamos de paso.

-Me alegra que tengás esa conciencia de la vida, aunque hay un eterno debate entre la conciencia oportuna y la conciencia punitiva. Me refiero a decidir bien y a tiempo, o solamente reconocer lo que podríamos haber hecho si hubiéramos puesto atención, para no culparnos después. Pero un día me voy a morir y van a ver todos esos dolores que siento, la falta que les hago.

-Te escucho un poco amargado, como resintiendo algo con indignación. Hablaste como mi abuela.

-Tal vez sí. Vivo enojado, molesto. En tus términos como que no me adapto bien a lo que me ocurre.

-Pero ¿qué es lo que te ocurre?

-Para hacértelo corto, de un tiempo a esta parte mi vida se ha deteriorado, le pasan cosas y siento que no tengo el control. Me siento solo con mis molestias y la presión que me hacen, y eso no me deja de incomodar.

– ¡Caray! No pensé que tuvieras un conflicto, se veía todo tan bien, al menos hasta donde recuerdo.

-Caras vemos vos, caras vemos.

-Pero ¿cómo se dio toda esta situación?

– ¡Ah! Es una serie de cosas. A veces estoy metido en la cama y me despierta con sus provocaciones, nunca para algo bueno. No entiendo por qué tiene que ser en las noches, ni siquiera me deja dormir. Te lo juro, no es lo mismo verla venir que tener que vivir con ella.

-Se escucha como si vivieras una presión permanente y persistente que tiende a empeorar.

-Algo así. Por ejemplo, antes podía ir a bailar y podía comer lo que me diera la gana, y en cambio ahora todo se volvió una rutina y una prisión. No puedo ir a ninguna parte con libertad y solo me permite comida saludable que hay días que no lo soporto. Todo lo que me gusta de repente resultó prohibido.

-Bueno, pero debe haber algo que se pueda hacer, tal vez hace falta ser razonable, no sé, no puede ser todo tan malo. Se veía todo tan bien apenas hace poco, tampoco es que haga tanto tiempo que no te veo.

-Sí, ser razonable claro, la receta de siempre; también me dicen que no hay mal que dure cien años y esas cosas. De mi parte ya consulté, y me dijeron que tengo que actuar con madurez, aprender a vivir con ella y no darle demasiada importancia. Que es cierto que se puede tornar muy intensa pero que todo pasa. El colmo es que me mandaron a tomar pastillas para estar más tranquilo.

-Bueno, espero que todo mejore.

-No se vos. Es como tener un puñal clavado, con eso te digo todo. La gente que me conoce dice que tal vez exagero, lo de siempre. Al final va a resultar que es mi culpa.

-En eso si tenés razón, tal vez ella tenga algo que ver también.

-Te aseguro que trato de no tomarlo como algo personal. Entiendo que eso es así y que viene con el tiempo, pero igual me afecta. Hasta puedo decirte tratando de serenarme, que mi molestia es algo útil porque me avisa que hay cosas que atender, cosas que no están bien. Sé que siempre se puede hacer algo, pero es un fastidio, y hubiera preferido que todo esto nunca hubiera empezado. Como bien dicen, todo por servir se acaba y acaba por no servir.

-Nunca pensé que tu esposa pudiera ser tan complicada.

– ¿Mi esposa? No, que va, con ella todo está muy bien, es muy amorosa. Ella es la que más me apoya y me cuida.

-Entonces, ¿de qué me estás hablando?

-De la maldita gota que me duele como el diablo y no me deja ni andar. El cuerpo es como una máquina que con el tiempo no hace más que tronar y chirriar.

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