Juan Jacobo Muñoz Lemus
Topé con una chica el otro día, se mostraba muy feliz; en realidad se veía radiante. Se juntaba todo en ella; la juventud, la ilusión, la felicidad, y toda esa sensación de que la vida está saliendo a pedir de boca. Estaba preciosa.
En el afán de hacer plática le pregunté a que se debía su bienestar. Ella no lo dudó un segundo y me respondió:
-Es porque me voy a casar.
Yo celebré con ella la noticia, le expresé parabienes y seguí departiendo con ella y con otros que también se encontraban en el lugar. Pero ella agarró tema con lo de su boda y no dejaba de celebrar el acontecimiento conmigo y dio en contarme los preparativos. Fue tanta la injerencia que me dio en el asunto, que me atreví a preguntarle.
-Y, ¿por qué te vas a casar?
Al parecer esa era la pregunta correcta. Los ojos se le abrieron como pepitas, tomó aire y con una satisfacción que no le cabía en el pecho me dijo…
– ¡Por amor!
Yo le dije que me parecía muy bien, que el amor era muy importante en el matrimonio, pero que había preguntado por qué a veces teníamos que revisar otras motivaciones, solo para tener más clara la decisión.
-El amor es todo en el matrimonio me respondió convencida. Yo entendí que en la convicción albergaba una enorme esperanza y lo dejé así.
Al rato me cuestionó el por qué le había preguntado aquello de otros motivos, y le dije que no tenía importancia que se casara en paz, pero ella no quiso quitar el dedo del renglón. Entonces ya un poco presionado le dije que, sin minimizar el amor como argumento, me dijera qué otras cosas eran importantes para ella a la hora de casarse.
-Bueno, me dijo. También lo que pasa es que ya estoy en edad, ya casi todas las amigas de mi grupo se casaron y no quisiera ser la última en hacerlo. Además, mi novio me conviene, tiene trabajo estable y con él sé que me espera un buen futuro. La ventaja es que él no es feo y así mis hijos no corren el riesgo de salir feítos. Mis papás lo aceptan y ya ve usted lo que cuesta eso. Me hace tanta ilusión, siempre he querido vestirme de blanco, y además quiero una boda preciosa para que todas mis conocidas se mueran de envidia y no piensen que fracasé.
-Muy bien, le respondí. Veo que en realidad si existían variados motivos en tu decisión. Me parece que siempre es útil conocer más de uno, para tener más claro el por qué de las cosas.
-Pero no vaya a creer, protestó. Yo a mí novio lo adoro, es el mejor hombre del mundo, me complace en todo y aunque yo tenga mis arranques él se porta comprensivo y nos tranquilizamos para volver a ser felices como todo el tiempo.
-Mirá pues, respondí. Supongo que no encontrarías otro igual.
-Claro que no, con la cantidad de patanes que hay en el mundo.
-He oído historias de muchas de mis amigas que están arrepentidas de la pareja que escogieron. En cambio, yo sé que voy a estar siempre protegida y que no me va a faltar nada.
-Y tú, ¿qué das a cambio?
-Le doy todo mi amor, me pongo linda para él, lo complazco en todo lo que puedo para que esté contento y no se moleste, y menos que se vaya a fijar en otra. Quiero ser única para él. A veces salgo con mis cosas y él solo me ve y sonríe, se nota que le divierte que yo sea como una castañuela.
-Y, entonces. Haciendo a un lado todo lo que ya me dijiste, de verdad, ¿por qué te vas a casar?
-¿Le parece poco? Ustedes los mayores todo lo complican poniéndola a una a pensar y a querer ver cosas donde no hay. Ya le dije todo.
-La pregunta la hice, porque lo último que me contaste parecía ser muy sentimental, y para serte franco parecía un poco como una necesidad emocional importante.
-¿Cómo así?, me preguntó.
-Bueno, es que a veces nos cuesta ser por nosotros mismos y tratamos de encontrar en el mundo y en las personas la forma de sentirnos parte, de ser reconocidos e incluso de percibir que estamos seguros en algún sitio o en alguna situación. Son cosas que nos pasan a todos los humanos.
-Sí, eso sí. La verdad es que a veces me pasa algo así. Es que siento que mis papás cada vez están más grandes, y aunque no quiera, algún día se van a morir y no soportaría quedarme sola, yo necesito sentir que alguien me cuida, o tal vez eso es muy grande de decir, pero si necesito con quien estar. No me siento capaz de poder sobrellevar sola la vida.
-A eso me refería. Hay cosas que las tenemos muy claras e inmediatas en la conciencia, pero si rascamos un poquito, podemos encontrar otros motivos que nos impulsan y que buscan darnos algún alivio. Tal vez por eso, además de lo que queremos conseguir, debamos revisar a qué estamos dispuestos a renunciar y con qué estamos dispuestos a cargar, cada vez que tomamos una decisión.
-Sí, sí, sí; pero ahora lo dejo porque voy a ir a bailar con mi novio, están tocando nuestra canción.