Juan Antonio Mazariegos

jamazar@alegalis.com

Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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El próximo 4 de septiembre, más de quince millones de electores chilenos se encuentran convocados a las urnas para votar, si aprueban o rechazan el texto Constitucional que propone la denominada Convención Constituyente, integrada por 154 Convencionales que fueron elegidos para ese efecto en 2020, luego de múltiples protestas que pusieron en jaque al país.

La actual Constitución Chilena, fue emitida durante el Gobierno de Augusto Pinochet y sufrió múltiples reformas a lo largo de los años, sin embargo, esto no hace que su rechazo en el imaginario popular disminuya y Chile voto por cambiarla.

Si bien la Convención Constituyente inició con muchas expectativas y respaldo popular, poco a poco, los temas delicados que deben tratarse en una Constitución, las desavenencias entre los Convencionales y sobre todo el darse cuenta de que soluciones maravillosas no existen para todas las cosas que se quieren o se desean, han venido lastrando la popularidad del proyecto, sumando adeptos por el rechazo y lo más probable es que el proyecto de nueva Constitución no prospere.

Ante la posibilidad del rechazo, se barajan en ese país varios escenarios. Sin duda la actual Convención Constituyente habrá concluido su trabajo, sea cual sea el resultado y la Constitución de 1,980 continuará vigente, sin embargo, ya Gabriel Boric, actual Presidente de Chile indicó que el proceso Constitucional debe continuar, en cuyo caso debería de convocar a unas nuevas elecciones para conformar una nueva Convención Constitucional que deberá discutir y presentar un nuevo proyecto y presentarlo ante el electorado para que decidan si ese proyecto convence a los Chilenos o no.

Vender el cambio es siempre más sencillo que vender una línea de continuidad, por supuesto, todos queremos de todo y de esa cuenta, generar una nueva Constitución acelera los deseos y las ansias de las personas. De igual manera, existe la creencia popular de que todo se arregla modificando la Constitución de un país, que las leyes son las malas que no permiten el desarrollo, cuando en la mayoría de los casos quienes fallan al seguir o respetar la constitución y las leyes son las mismas personas y principalmente quienes nos gobiernan.

Guatemala, en el año 1999 acudió a las urnas, en una Consulta Popular promovida por el Gobierno de aquel entonces para ratificar o rechazar las reformas constitucionales que el Congreso de la República había aprobado en función de los Acuerdos de Paz. El resultado en aquel entonces fue el del rechazo y las reformas no fueron aprobadas. Lo que suceda el próximo mes en Chile, será determinante para ese país. En mi opinión y dado lo que he leído, la propuesta será rechazada, según lo afirmado por Boric, habrá una nueva elección de Convención Constituyente y se buscará una nueva propuesta para llevar a las urnas. Que suceda lo mejor para el pueblo chileno, y que su gente tenga la sabiduría de tomar las decisiones correctas.

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