Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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A la pregunta del título del presente artículo se podría responder de la siguiente manera: en sonora carcajada prorrumpid Ja Ja Ja, la que se escucharía a diez cuadras a la redonda; si algo tenemos que reprochar los guatemaltecos a esa sarta de militares y políticos ladrones que han gobernado al país durante los últimos cincuenta años; es la actual circunstancia de pobreza económica, social, política, educativa, deportiva, cultural, y en especial del abandono del sector campesino, por lo tanto, todo esto no es modernidad.

Ser un país moderno no significa que la población tenga un teléfono celular y que cuente con acceso a una internet infame y cara, pues eso no ha garantizado bienestar en los aspectos antes referidos; lamentablemente, desde hace cincuenta años, los gobernantes accedieron al poder junto a su gavilla integrada por amantes masculinos y femeninas, familiares cercanos y lejanos para triangular dinero, financistas de sus campañas y muy poco o casi nada realizaron para beneficio directo o indirecto de la población.

Dieciséis o más millones de personas que habitamos este territorio de Guatemala los hemos acompañado en sus gobiernos, esa población son las personas que la modernidad, el desarrollo o el neoliberalismo dejaron atrás; eso quiere decir que, aún vivimos con carestías, limitaciones, exclusiones, discriminación y latrocinio del erario nacional por parte de quienes temporalmente se sienten los dueños del país: una minoría o élite económica.

La modernidad de Guatemala es una narrativa, es decir: puro cuento, porque depende de quien la sustente y cuál sea su propósito; por ejemplo, los políticos ofrecen cada cuatro años la idea de que la modernidad bajo su gobierno nos dará bienestar porque es una forma superior de producción, comercialización y distribución, lo que equivale a decir que seremos unos consumidores contentos y felices.

Lo anterior es completamente falso porque el porcentaje de la población considerada pobre sigue básicamente pobre, igual que hace cuarenta o cincuenta años atrás; a no ser que se haya aumentado el número de pobres lo cual no está lejano por el incremento de la población.

¿Cuál será el índice de pobreza y extrema pobreza en Guatemala? El Instituto Nacional de Estadística ¿qué puede decir al respecto? Deberíamos saber los guatemaltecos qué metodología utiliza la autoridad gubernamental para definir a la población vulnerable por ingreso y a la que es vulnerable por carencias sociales (rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, a la alimentación nutritiva y de calidad y otras más).

Si pudiéramos dividir a la población guatemalteca en cinco partes tendríamos que dos están en pobreza o pobreza extrema, dos más están en vulnerabilidad y solo una, aproximadamente, estaría fuera de las situaciones anteriores. Imagino que estas circunstancias ya estarán rebasadas después de dos años y medio de pandemia, ya que muchísimas personas pasaron de la clase media para entrar a la zona de la pobreza debido a la falta de apoyos gubernamentales.

Así es que, el cuento de que Guatemala es un país moderno, se lo creen únicamente quienes se han aprovechado del ejercicio de los cargos públicos para saquear el erario nacional con mil y una formas tales como: plazas fantasmas, contratos para la construcción o “reparación” y/o mantenimiento de carreteras, concesión de licencias para minería extractiva, petroleras, pesqueras, aviación y otras.

Guatemala es una nación tremendamente desigual, injusta, sin un Estado de Derecho, con altísimos índices de discriminación y racismo, pero, desde hace cincuenta años gobernada con personas analfabetas funcionales, es decir, que se les reputa como inteligentes, pero en realidad son asintomáticos y con tapojos. La desigualdad, sigue galopante.

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