Juan Antonio Mazariegos

jamazar@alegalis.com

Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos

Bajo la amenaza de volar puentes, ejecutando bloqueos en calles y carreteras y llevando a cabo la decapitación de la estatua de José María Reyna Barrios, en plena Avenida de la Reforma y a la luz del día, los guatemaltecos exhibimos esta semana un poco de lo peor que tenemos como sociedad. Por supuesto, generalizar no gusta, con razón, habremos muchos otros que no nos sentimos identificados o representados por estos grupos que ya sin que importe que derechos esgrimían, destrozan su propia legitimidad y pasan por encima de los derechos y el patrimonio colectivo de todos los demás, sin que nadie haga nada para evitarlo.

Lamentablemente no es exclusividad de nuestro país el brote de movimientos totalitarios que se suceden en el mundo, cuyo objetivo último es sabotear el marco de legalidad, que bueno o malo, es aquello que nos separa de la posibilidad de la anarquía y de tirar todo por la borda. En esas circunstancias, no es posible ver hacia otro lado y no nos queda más que preguntarnos qué podemos hacer para rescatar la cordura y pensar en los mecanismos que nos ayuden a buscar el punto de equilibrio que nos permita avanzar a todos como sociedad, aun en medio de la pandemia y la crisis económica que tanto ha mermado nuestras posibilidades.

Ver los videos de los trogloditas que tiraban de los lazos para derribar a Cristóbal Colon y que luego acabaron con la estatua de Reyna Barrios, solo da para el desaliento, difícil pensar en poder razonar o hacer ver que sus actos no generan más que rechazo, quizás solo la esperanza de que, detrás de cada uno, existen 10, ojalá 20 personas, que rechacen esas expresiones y que al final aprendamos y enseñemos señalando el mal ejemplo, de cómo no es posible actuar.

El futuro, complejo también, en medio de esta pandemia que dentro de otras cosas ha arrebatado años de educación indispensable a nuestros niños, solo deja la posibilidad de que el guatemalteco enseñe a las nuevas generaciones y que los que tengamos la posibilidad de dar más por nuestro país, en trabajo, esfuerzo, responsabilidad, demos ese paso adicional, buscando que cuando menos las nuevas generaciones tengan la oportunidad de salir adelante por si mismas y puedan confiar en que tienen un futuro aquí en su país, lejos de los riesgos que implica migrar.

El gobierno, más en deuda no puede estar, increíble el tiempo que pasó mientras la turba acababa con el patrimonio histórico y cultural de todos, sin que ninguna autoridad hiciera nada para evitarlo. Increíble pensar que manifestantes indiquen que van a desmoronar un par de puentes para que les hagan caso, sin que se inicie un proceso en su contra. La ausencia de estado ya es innegable en muchos lugares del país, el narcotráfico, el contrabando y la trata de personas no ocupa Petén y todas nuestras fronteras por lo saludable del clima. Simplemente el Estado no cumple con sus funciones y esa desidia ya se generalizó, el Estado abandona espacios y el crimen rápidamente los toma.

La capacidad de pensar y obrar con buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad, no nos puede abandonar, es la única respuesta y está en Nosotros para aplicarla y recuperar la cordura social que se tambalea en el país.

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