Citius, altius, fortius, fueron las palabras pronunciadas por el Barón Pierre de Coubertin, el considerado padre de las olimpiadas de la era moderna, cuando inauguró las olimpiadas de Atenas en 1,896. Estas palabras que se atribuyen a un amigo de Coubertin, Henri Didon, un Dominico Francés que tenía pintadas las mismas en el patio de un colegio, en donde buscaban inspirar a los niños a llegar más rápido, más alto, más fuerte, se convirtieron en emblema olímpico y hoy tienen una relevancia especial, cuando en medio de la mayor crisis sanitaria de los últimos siglos se inician las olimpiadas de Tokio 2020.
Las olimpiadas de Tokio que originalmente debieron de iniciar hace un año y que fueron suspendidas en virtud de la Pandemia de SARS COVID 19, continúan teniendo en su nombre la fecha original (2020), por decisión del Comité Olímpico Internacional y el Gobierno Japonés, reúnen a partir de hoy 23 de julio y hasta el domingo 8 de agosto a miles de atletas que competirán en 339 eventos concentrados en 33 deportes olímpicos.
Siempre he considerado que los Juegos Olímpicos reúnen lo mejor del espíritu humano, miles de atletas que se han esforzado a través de muchos años y con muchos sacrificios para lograr exponer sus capacidades físicas y mentales que en franca competencia, buscan para sí mismos y para sus países, obtener la gloria de una medalla. En medio de esta exigencia habitual, este año los Juego Olímpicos incrementaron su dificultad hasta niveles insospechados para todos, cuando la misma Pandemia postergó la inauguración de los juegos, mantuvo en un hilo la preparación de los participantes y originó el desagradable conteo de atletas y personal de apoyo contagiados por el virus, cuyo avance ponía nuevamente en riesgo el inicio de las justas, mientras ellos continuaban arribando a la villa olímpica de Tokio.
Guatemala va a estas olimpiadas estupendamente representada, nuestros 24 representantes sin duda darán lo mejor de sí para participar, simple motivo para considerarlos verdaderos triunfadores y para ojalá repetir la hazaña de Erick Barrondo en Londres y buscar para nuestro país esa segunda medalla olímpica que sería sin duda un triunfo personal del atleta que lo consiga, pero también un ejemplo y un orgullo para todos los demás guatemaltecos.
Si Henri Didon pudiese pintar sus famosas palabras nuevamente el día de hoy, seguramente agregaría también “más resiliente”, pues esa capacidad de poder sobreponerse a momentos críticos y adaptarse, define a quienes ya compiten hoy en Tokio y nos representan. Muchas gracias atletas guatemaltecos por su esfuerzo, por superar tantas adversidades, ya son ganadores, lo que venga después será lo que a cada uno corresponda pero Ustedes ya triunfaron.