Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

Los recientes comicios celebrados en Chile para elegir lo que se denominó una Convención Nacional Constituyente, arrojaron un resultado que nadie esperaba. Ningún partido de los denominados institucionales o tradicionales logró obtener el tan ansiado número de 52 Constituyentes (33% de los Convencionados), número que le permitiría, de conformidad con las reglas trazadas para esta elección y posterior redacción de la nueva constitución, tener poder de veto, para bloquear determinados artículos que fueran propuestos por las demás fuerzas en pugna dentro de la Constituyente.

Bajo la consigna de eliminar la Constitución de Pinochet, alrededor de un 44% de los convocados a las urnas asistieron, a pesar de que se abrió el espacio de votación durante dos días, sábado y domingo, en donde los aptos para votar podían elegir dentro de distintas opciones de candidatos, independientes o institucionales de izquierda o derecha. El resultado final fue una inclinación mayoritaria hacia los candidatos independientes y de izquierda, por encima de los candidatos de derecha que obtuvieron aproximadamente un 22% de los votos.

A pesar de que no se discutía sobre si Pinochet había sido un dictador o no, la retorica marcaba que si estaba sobre la mesa y en discusión la herencia que su gobierno había legado a la Constitución actual, promulgada en 1980, a pesar de que la misma había sido modificada en hasta 35 ocasiones, incluyendo lo que se conoció como La “Gran reforma”, del 2005, bajo el gobierno del izquierdista Ricardo Lagos, solo comparable en extensión y profundidad a la modificación de la Constitución en 1989. La cual incluyó 54 modificaciones. La mayor innovación de esta reforma estaba asociada al nuevo Tribunal Constitucional. Crea un presidencialismo más controlado, fija los lineamientos en paralelo a los Tribunales de Justicia, y supone un mayor control al legislador. De igual manera eliminó los senadores designados y vitalicios, redujo el mandato presidencial de 6 a 4 años, la facultad de remoción a los Comandantes en Jefe del ejercito y la modificación del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA).

Para cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocer Chile o que haya estudiado sobre el mismo, es innegable que el país es distinto al resto de países latinoamericanos, el desarrollo es palpable, la educación se da a todos los niveles, la infraestructura es superior a la de todos sus vecinos, sus finanzas han permanecido estables a lo largo de muchos años y ha existido un pacto entre los partidos políticos tradicionales chilenos para mantener a toda costa la independencia de su Banco central.

Al parecer al 56% de los chilenos no le interesaron las elecciones ni que otros decidieran lo que vaya a ocurrir en su futuro, era sin duda la elección para no dejar de votar. De igual manera, muchos chilenos que si llegaron a votar, deben de considerar que un cambio a la Constitución puede cambiar sus posibilidades o su futuro. Creo que será un duro aprendizaje, ojalá no se pierda todo aquello que hacía distinto a Chile, ojalá prive la sensatez y la inteligencia.

Juan Antonio Mazariegos G.

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