Luego de una serie de acciones que pretendían impedir que Bernardo Arévalo y Karin Herrera tomaran posesión de sus puestos como Presidente y Vicepresidenta de la República, así como impedir que el partido político Movimiento Semilla no se constituyera como bancada en el Congreso de la República; el pasado 14 de enero se logró conjurar esta pretensión y con la respectiva alegría y esperanza del Pueblo se llevó a cabo el proceso de traslado de mando. Sin embargo, los actores golpistas continúan sus delincuenciales pretensiones, irrespetando así la voluntad popular, aún y cuando se encuentran más aislados y solos que nunca. Estos actores encabezados por lo más atrasado y anacrónico de la oligarquía guatemalteca, los flujos de la rampante corrupción vivida durante los gobiernos de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, la Fiscal General del Ministerio Público y su equipo, la Corte de Constitucionalidad, algunos magistrados y jueces en el Organismo Judicial, diputados, diputadas que han vivido a expensas de las transas que desde su curul realizan para los intereses de los corruptos y mafiosos, estructuras del crimen organizado y en la cola organizaciones fascistas al servicio de la corrupción.
Aunque parecieran un grupo consolidado, no son más que un grupúsculo de actores cada vez más aislados y desesperados cometiendo cada vez más ilegalidades e irresponsabilidades. Las últimas acciones han sido encabezadas por el pleno de la Corte de Constitucionalidad, resolviendo acciones legales a favor de los integrantes del Pacto de Corruptos y golpeando aún más la ya resquebrajada legalidad y constitucionalidad. Estos actores, todos y cada uno que fue debidamente seleccionado por actores corruptos y mafiosos, no terminan de entender el momento político, la voluntad popular y lo más importante en su caso, parecieran no responder a la misión de la Corte de Constitucionalidad, sino a los intereses de sostener un régimen de corrupción, violencia e impunidad.
La actora que por excelencia representa la cara más visible del golpe es, Consuelo Porras al frente de la deteriorada institucionalidad del Ministerio Público quien a pesar del reclamo y demanda popular, no le corre sangre por la cara y con poca vergüenza y mucho cinismo, tradicional de actores corruptos, se niega a renunciar y permitir con ello, el inicio de la reconstrucción de la institución que ella junto a su equipo han destruido y han utilizado para la persecución de personas defensoras de derechos humanos, operadores y operadoras de justicia, estudiantes y cualquier persona que el Pacto de Corruptos hayan considerado opositores a sus intereses. Junto a ellos un puñado de jueces, que de manera coludida con el MP persisten en la consecución de la ilegalidad e irrespeto a la voluntad popular.
Es necesario que frente a esta actitud de persistencia de las y los golpistas, la población esté muy atenta, para continuar con su importante movilidad social y popular y logremos desterrar en definitiva a estos actores que no desean bajo ninguna condición que construyamos un Estado distinto en donde la corrupción, violencia e impunidad sean cosas del pasado al que no deseamos regresar.