Las categorías de dictadura y democracia son total y absolutamente opuestas entre sí, sin embargo, suelen ser utilizadas por autócratas y dictadores por igual, obviamente para revestir la realidad y ocultar la verdad detrás de la opresión, la violencia, la corrupción, el empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad y la impunidad. Para el caso guatemalteco, esta es la narrativa que el Pacto de Corruptos está utilizando para imponer la dictadura y se va profundizando de manera paradójica, mientras más se acerca la segunda vuelta electoral.
La derecha mafiosa y corrupta que se organiza articuladamente en el Pacto de Corruptos y que actualmente está encabezada por la oligarquía a través de su títere de turno Alejandro Giammattei, está más que decidida a instalar en Guatemala, un proceso dictatorial de largo alcance, que por un lado permita refuncionalizar el fracasado modelo económico que les privilegia, así como dominar absolutamente el escenario de lo público, aunque esto deba realizarse a sangre y fuego y haciendo incluso alianzas con el crimen organizado.
La cooptación institucional ha rendido sus frutos en este proceso electoral dado que el Ministerio Público (MP), la Corte Suprema de Justicia (CSJ), la Corte de Constitucionalidad (CC) han llevado a cabo acciones judiciales para perjudicar al Movimiento Semilla y la aspiración del Pueblo guatemalteco de transformar su realidad. Es evidente que la ausencia de independencia entre los tres poderes del Estado, les da margen a manejar el proceso electoral, con todo el respaldo y apoyo de las altas cortes; aún y cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha marcado ya una ruptura con el Pacto que lo eligió. La maquinaria ha sido puesta en marcha y tiene como objetivo ulterior, consolidar las mafias e instalar plenamente la Dictadura en el país. Esta es la estrategia que el Pacto sigue en curso.
En este momento, la lógica está concentrada en criminalizar al Movimiento Semilla y a la oposición, utilizar el Sistema de Justicia para impedir la participación de esta opción política y decidir en los juzgados lo que debiese ser resuelto en las urnas. Cada vez este grupo encabezado por el criminal presidente, su pareja Miguel Martínez, la CSJ, el MP en particular Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Ángel Pineda y Cinthya Monterroso, algunas y algunos magistrados de la CC y jueces como Fredy Orellana son la punta de lanza de este entramado golpista que pretende derrotar la voluntad popular.
De ahí que la ciudadanía guatemalteca, junto a la oposición democrática, progresista y de izquierda debe consolidar un solo frente político para afrentar este proceso de Golpe de Estado o terminará legitimando y avalando esta situación. A la ciudadanía nos queda la responsabilidad, de informarnos, de no dar pie a las acciones que el Pacto de Corruptos está emprendiendo y frente a ello votar y defender el voto este 20 de agosto para sembrar la Semilla del cambio y derrotar al Pacto de Corruptos y sus partidos políticos mafiosos.