Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Las y los hijos debemos en la medida de lo posible engrandecer el legado dejado por nuestros padres, pero estamos obligados a ser mejores en tanto tendremos más y mejores herramientas para discernir y actuar, lamentablemente en el actual proceso electoral estamos observando un fenómeno contrario, en tanto hay una importante cantidad de hijos e hijas de violadores de derechos humanos, mafiosos y corruptos en la contienda, con toda la intención de continuar, incluso ampliar los grandes males dejados por sus progenitores.

En teoría las nuevas generaciones deberíamos de ser capaces de mejorar, incluso rechazar aquellas acciones que nuestras generaciones antecesoras realizaron; sin esta premisa fundamental la humanidad no hubiese dado pasos hacia adelante, así como también las y los jóvenes deberían ser más progresistas y adelantados que las personas mayores. Sin embargo, en las élites económicas, políticas y militares no está siendo necesariamente así, con raras excepciones lo que ocurre en el país, es que los hijos e hijas de mafiosas pretenden continuar aprovechándose del legado de violencia, corrupción e impunidad que sus padres y madres instauraron.

Los casos más graves de esta condición se están evidenciando en la candidata Zury Ríos hija de un general corrupto que dirigió durante un año la más extensa política de exterminio de la historia reciente del país y que por ello produjo Genocidio en contra de los Pueblos Indígenas. Esta candidata en particular, ya ha realizado acciones que dan cuenta y materializan la capacidad de continuar el legado de violencia, terror e impunidad del padre. Fue gestora de las acciones del Jueves Negro, condujo el Congreso con uno de los gobiernos más corruptos y junto al hermano han saqueado y corrompido la institucionalidad pública, sin olvidar que se ha hecho rodear de lo más rancio y violento de la élite política.

De la misma manera, Álvaro Arzú Escobar y Roberto Arzú García Granados, hijos de quien fuera presidente a finales de la década de 1990, son otra muestra palpable que aún y con mayores herramientas que su padre, se han convertido en una réplica un tanto más mediocre, que más vulgar, rapaz, impune y corrupta que su antecesor. Pero lo mismo ocurre con las y los hijos de otros actores políticos vinculados al Pacto de Corruptos. Los Baldizón, los Morales, otros Arzú son esa muestra clara lamentable de repetición y continuidad del mal en nuestro Estado.

Es por ello, el llamado a las y los jóvenes a que sean capaces de ver hacia atrás, aprender de lo que estas élites raptoras y mafiosas han hecho contra la población guatemalteca y construir hacia adelante otra sociedad muy distinta y distante a lo que hemos tenido durante décadas. Al resto de la población nos corresponde actuar en sintonía de lo que nosotros y nosotras mismos hemos podido evidenciar en estos actores, denunciar lo que han significado para la mayoría de los Pueblos y acompañar los esfuerzos de transformación de nuestra sociedad.

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