Por Jorge Santos
Bolivia, Argentina, Honduras y Chile dan muestras contundentes de las enormes posibilidades que ofrece la articulación de las expresiones democráticas, progresistas y de izquierda, en un solo frente. No cabe la menor duda que, no es tarea fácil, ni idealismo romántico. Los procesos de articulación están siempre plagados de contradicciones, disputas y hasta rupturas. Pero al final de cuentas culminaron su primera etapa con éxito: el encuentro y la sumatoria.
No se necesitan diagnósticos para evidenciar la importancia de articularnos en, una sola fuerza política. Nos encontramos constantemente diversas corrientes que comulgamos, desde una ética que prioriza el bien común. Nuestra comunión es la vía para acceder a los mecanismos que permitan modificar la estructura económica, política e ideológica sobre las que se alimenta la corrupción, la violencia y la impunidad. Ejercer el poder para desprender de la piel de esta patria a la oligarquía colonial que ha parasitado por más de dos siglos de la sangre y el sudor de los pueblos, las mujeres, las juventudes, las niñas y niños trabajadores de Guatemala.
La tarea de liberar a la estructura de gobierno del crimen organizado que le tiene cooptado, es fundamental; como lo es limpiar la tierra de mala hierba, de los parásitos, de los insecticidas y de los agroquímicos antes de una siembra fructífera. La CICIG y la FECI señalaron científicamente quiénes son esos parásitos que cooptaron y destruyen los mecanismos de gobierno. Les conocemos de sobra. No queremos que continúen allí, porque han imposibilitado el avance de la democracia y los derechos humanos en el país. Su expulsión del Congreso, del Ejecutivo, del Judicial, de las municipalidades, de las Secretarías, de las Comisiones, de los Cuarteles, de las Comisarías, de los Consejos de Desarrollo es imprescindible.
Arada la tierra, podemos sembrar, cuidar el crecimiento de la cosecha para construir el Estado Plurinacional. La alianza se resignificará como una posibilidad de futuro mediante la construcción de un nuevo modelo económico que, de la mano con un transformado régimen político, que se organice para garantizar a la población los medios que le permitan acceder a una vida digna. Es decir, que todas las niñas y niños se alimenten, que todas las personas jóvenes encuentren trabajos dignos, que todas las personas adultas vivan más allá de la subsistencia, que en la vejez el disfrute del tiempo sea la norma y no el privilegio. Inclusión y protagonismo de pueblos indígenas, de niñez, de jóvenes, de migrantes, de personas con discapacidad, de mujeres, de población trans.
Ojo, habrá quienes ante la articulación y su potencial transformador, eleven alarmas de brujería y otros demonios creados en sus propias conciencias. Mucha atención a esas voces pues son ellas precisamente las que defienden la Guatemala Provida que no alimenta, educa, vacuna ni protege a sus niñas y niños. Guatemala, junto al resto de América Latina merece abrir las alamedas por las que transitarán los hombres y las mujeres nuevas.