Jonathan Menkos

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Jonathan Menkos Zeissig
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Las universidades públicas, en particular en contextos políticos que urgen la garantía democrática, son un elemento fundamental para la transformación social: es en el seno de la universidad pública en el que se han gestado, a lo largo de la historia de la civilización, y de la guatemalteca en particular, la posibilidad de consensos políticos que abonen al cambio democrático y al encuentro de diversas miradas que, a la luz del conocimiento, son capaces de comprender y trazar el camino al desarrollo. La universidad pública es también la puerta abierta para que una sociedad cambie las armas y los soldados por libros, aulas, laboratorios y maestros que ayuden a preparar profesionales con vocación y capacidades para empujar el futuro que las mayorías anhelan.

La historia reciente de Guatemala, el último siglo, ha estado marcado por dictaduras, violencia y opresión. La Universidad de San Carlos (Usac) ha sobrevivido a infausta lista de dictadores que han promovido su cierre, su cooptación y la reducción a su mínima expresión asfixiándola financieramente. Sin embargo, estos intentos, casi siempre han logrado ser repelidos gracias a una sociedad que la reclama como propia.

El proceso para la elección de rector que se está llevando a cabo en la actualidad en la Usac -rectora de la educación superior guatemalteca- está constituyéndose en un nuevo y potente intento de captura por esa alianza criminal que ha logrado instalarse en el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con el fin de fortalecer sus privilegios, agrandar los espacios de corrupción y garantizar la impunidad de sus actos. Les apetece la Usac porque esta casa de estudios además de ser un centro académico vital para el desarrollo y la democracia de Guatemala con más de 200 mil estudiantes, como entidad autónoma de rango constitucional, es también un espacio político de mucha influencia: posee iniciativa de ley, sus delegados participan en espacios de toma de decisión nacional, como magistrados y directivos representantes y en diferentes instancias relacionadas con la selección de altos cargos públicos. Si la Usac queda en manos del oficialismo actual, representado en el candidato Walter Mazariegos, la destrucción de la universidad pública y su misión estará consumada.

Es por ello que toca hacer un llamado y exigir a los demás candidatos que, en un gesto de democracia y priorización de la vida de la Usac se unan. Tanto NuevaUSAC, como Avante, SOS USAC y las planillas independientes deben lograr un acuerdo que permita, en primer término, la no elección de Mazariegos. En segunda instancia, la conformación de una rectoría de unidad y un plan de trabajo y de rescate a la universidad que cuente con la legitimidad de toda la comunidad universitaria.

La comunidad universitaria -egresados, estudiantes, docentes, personal administrativo y directivo- debe buscar una solución para que la Usac no sea presa de las hordas criminales que hoy tienen capturado el poder público.

Estamos frente a una coyuntura histórica; un momento de definición. La Usac no es perfecta, pero es trabajo comunitario, es oportunidad de cambio, es ciencia y conciencia puesta al servicio de las mayorías. La Usac es pueblo es oportunidad para el cambio. La Usac es vital para la sociedad y salvarla de los chacales, es ayudar a salvar la democracia.

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