Jonathan Menkos Zeissig
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El pasado 15 de agosto, la República de La India celebró el aniversario 75 de su independencia del imperio británico, un largo proceso político que inició en 1857 y finalizó, noventa años después, en 1947, bajo el liderazgo de, entre otros, Sardar Patel, Jawaharlal Nehru y Mohandas “Mahatma” Gandhi, quien le imprimió a aquel movimiento emancipador la fuerza arrolladora de la “desobediencia civil no violenta”.
La India está organizada como una república federal y constituye la mayor democracia del orbe, al contar con un sistema político parlamentario representativo. Con 1,366 millones de habitantes, el proceso electoral indio convoca a 900 millones de ciudadanos habilitados para votar en un millón de centros de votación.
Tras 75 años de vida como república, La India es en la actualidad una de las cinco economías más grandes del mundo. Con cerca de 1,400 plantas farmacéuticas, este país es el mayor productor de medicamentos genéricos a nivel mundial, contando con el 20% el suministro global y satisfaciendo el 62% de la demanda mundial de vacunas. Con una producción de 26.3 millones de vehículos en 2020 —incluidos los tuk tuk—, a nivel mundial La India es el mayor fabricante de tractores, el segundo mayor de autobuses y el tercer mayor de camiones pesados. Asimismo, su industria de vehículos eléctricos creará cinco millones de empleos directos e indirectos para 2030, con una producción que superará las 7.5 millones de unidades anuales. India concentra el 40% del total de la inversión mundial en ingeniería e investigación y desarrollo, lo que asciende a cerca de USD12,400.0 millones; y, siendo una economía con rápida expansión hacia servicios digitales y tecnologías de la información, el país invierte USD1,600.0 millones anuales en capacitar a su población en estos conocimientos.
Estudiar el desarrollo indio permite comprender que poner en marcha un Estado moderno es un proceso que requiere necesariamente de planificación y el diseño, gestión y financiamiento de una administración pública competente; y la promoción de una identidad política común en la que se valoran las diferencias. Al momento de su independencia, el Partido del Congreso (partido mayoritario) decidió adoptar un sistema democrático federal con el objetivo de asegurar la tolerancia y la garantía de igualdad de derechos para todos los indios, por encima de su religión, lengua o casta. Triunfó la visión de un estado laico, lo que permitió disminuir enfrentamientos de carácter religioso.
En lo económico, los planes quinquenales de desarrollo implementados bajo una visión propia y audaz, desde 1951 hasta 1990, definieron el rol del Estado, sentaron las bases para la industrialización (con empresas privadas, mixtas y estatales) y el avance tecnológico, la soberanía alimentaria y el establecimiento de requerimientos nutricionales mínimos para toda la población. A partir de 1991, cuando se inicia un proceso de liberalización de la economía, La India contaba con sectores estratégicos lo suficientemente fuertes para competir a nivel global y se adoptaron rutas de crecimiento basadas en el sector servicios, lo que permitió un rápido crecimiento económico y la creación de nuevos, variados y mejor pagados empleos.
La India actual todavía debe luchar contra la pobreza, la desigualdad social y el creciente odio religioso para poder afianzarse tanto en una potencia mundial como en una democracia plena. En ese sentido, el primer ministro, Narendra Modi, ha anunciado un plan ambicioso basado en la expansión de la infraestructura económica y el aumento del empleo.
Finalmente, Gandhi ofrece una lección para los planificadores del desarrollo, al momento de tomar decisiones trascendentales: pensar en la persona más pobre y desprotegida que hayamos conocido, y preguntarnos cuál será el efecto que la acción propuesta podría tener en ella.