La situación actual constituye un espacio que ha podido demostrar fehacientemente la fuerza, la rebeldía y la capacidad de movilización de la ciudadanía en contra de un minúsculo grupo de funcionarios que abusando de su puesto han querido defenestrar al partido que ganó claramente la segunda vuelta electoral.
Esta fuerza demostrada, la cual pasa por pararse sin miedo, sin capuchas y aún en contra de sus propias necesidades; esa rebeldía evidenciada en contra del estatus gobernante actual –que incluye a todo el pacto de corruptos–, se presenta sin miedo a pesar de lo que podría ocurrir como la represión o cualquier otro mecanismo punitivo en contra de todos los grupos movilizados, pero sumado a ella esa enorme capacidad de movilización ciudadana, es una muestra palpable que la esperanza del cambio y la transformación existe y es este momento el que la devela con suma propiedad.
La contranarrativa utilizada por el propio mandatario en su cínico mensaje del lunes, no es más que la desfachatez de un régimen que cierra su ciclo de la manera más vergonzosa que pudiera hacerse, de espaldas al pueblo, desoyendo sus demandas, esquivando su respuesta y escondiendo el centro de toda esta movilización: el despido o la renuncia de la fiscal general, sus fiscales y el tristemente célebre juez Orellana.
La contranarrativa se centró en criminalizar a los ciudadanos movilizados, que se sumaron a los 48 Cantones, esa contranarrativa hizo ver que las manifestaciones eran legales pero que los bloqueos eran ilegales (justamente para abrir la potencialidad de la represión), así como acusó a los ciudadanos que se manifestaron abiertamente como los que impedían la salud, la educación, la alimentación. Una ensarta de mentiras y falacias que se presentaron en los discursos del Ministro de Gobernación, luego de la Fiscal General y, finamente, por el farsante mandatario de turno.
Cuando los que le han negado la salud, la educación y la alimentación, así como todos los derechos humanos han sido los diferentes gobiernos, los cuales han sido irresponsables, los cuales nunca han tenido la capacidad de enfrentar las grandes desigualdades, los cuales han negado la inclusión de los pueblos indígenas, son aquellos negacionistas de la igualdad de todos los ciudadanos incluidos los pueblos originarios; son aquellos que niegan la destrucción de la naturaleza y sus recursos naturales y la contaminación constante del medio ambiente, sin hacer absolutamente nada; son aquellos que invocan y persisten en decir que la economía se mueve por la libertad de mercado, pero en realidad son grandes grupos corporativos monopólicos y oligopólicos; son aquellos Provida, pero si pueden ordenan la represión de todo tipo e indiscriminada.
Las élites que viven en la guerra fría y permanente son aquellos que no sólo han controlado las instituciones del Estado y al propio Ejecutivo para que mantengan sus privilegios y sus intereses sin ningún cambio, son los conservadores de siempre que hablan de modernidad, pero se niegan a dejar que el Estado haga transformaciones de fondo, son los que hoy actúan dentro del pacto de corruptos y han buscado evitar que asuman Arévalo y Herrera.
El degradado mandatario hoy sale a endilgar culpas al actual presidente Electo Bernardo Arévalo acusándolo de las manifestaciones y bloqueos, cuando es él quien debe asumir su responsabilidad a pesar que su deterioro y desprestigio es inmenso a nivel nacional e internacional.
La movilización ciudadana ganó –algunos dicen que no, y no coincido–, creo que la fuerza y entereza la población ha sido demostrada, la capacidad de movilización es impresionante y la rebeldía y valentía para pararse frente a un sistema que los niega, invisibiliza y excluye, son grandes ganancias, en un terreno que hoy es infértil, pero de acá en adelante se abren espacios para la interlocución de grandes acuerdos. Gracias a todos los manifestantes, gracias a todos aquellos que hoy han sacado la garra, gracias a todos los que creen en un futuro distinto.