Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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En Guatemala existen muchas tradiciones alrededor de la Navidad, al final las mismas representan la suma de diferentes orígenes pero que se han incorporado a lo multicolor y diversidad que cada época le ha agregado durante muchos años. Así yo puedo recordar con mucho cariño las hojas de pacaya, las cuales se ponían en las paredes de la casa en forma de equis y que constituían una expresión de la Navidad. En la actualidad y desde hace varios años que no veo a la venta estas hojas que me retrotraen a mi niñez.

Los gusanos de manzanilla son otros de los aditamentos de la Navidad, afortunadamente todavía existen y se venden en los diferentes lugares en donde proveen de los artículos propios para esta festividad, el color y el aroma que proveen los gusanos de manzanillas son otro de los aromas de la Navidad que no deben de faltar en las casas.

Hace ya varios años, se tenía como tradición enviar por medio del correo nacional, tarjetas a amigos y familiares para celebrar la Navidad y expresar nuestros mejores deseos en estas fiestas y un feliz Año Nuevo. Recuerdo que casi todas las tarjetas presentaban imágenes costumbristas, principalmente niños y niñas y que se intercambiaban como un gesto de buenos deseos, de cercanía, de amistad. Recuerdo también que justamente con las manzanillas en la casa de mis papás, se hacía una figura de árbol de Navidad y en medio se colocaban todas las tarjetas recibidas.

Era tan arraigada esta costumbre de enviar tarjetas, que no se me olvida que nuestro cartero, que llegaba allá a San Rafael se llamaba Pedro Borrayo y él mismo también nos entregaba su tarjeta de Navidad y al final decía: Son los mejores deseos de Pedro Borrayo, su cartero. Lástima que se perdió esta agradable tradición, pues también el correo ya no existe.

El pino para desperdigar en la casa era otra tradición navideña chapina. El pino se colocaba en el piso de la casa o bien en el patio de la misma, su olor era inconfundible y proveía de ese aroma que invitaba a bailar a la “parranda”, todavía se encuentra del mismo, pero la última vez que lo busqué me costó encontrarlo, pero fue muy agradable sentir de nuevo ese olor tan propio de las navidades chapinas.

El nacimiento también ha mostrado cambios significativos. Hoy todavía se encuentran los paisajes que se colocaban atrás de los nacimientos, pero tenían la característica que los mismos se guardaban para el siguiente año y efectivamente se podían usar todavía. Los pastores eran fundamentalmente de barro, algunos tenían un olor terrible, pero igual mi mamá los guardaba y al sacarlos al otro año su olor se desprendía inmediatamente, tanto aquellos agradables como otros que recuerdo que, con mis hermanos, nos gustaba oler a pesar de lo fuerte que algunos despedían.

El árbol generalmente era de pino natural y vendían ramas en diferentes lugares, hoy el uso de este tipo de árboles se regula, lo cual es una medida apropiada, pero con ello también muchos optamos por los pinos o cipreses artificiales, pero el aroma del pino, principalmente del llamado “guatemalensis”, es un aroma que al entrar a la casa provoca ese agradable olor de las navidades.

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