Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

Hoy “Miércoles de Dolores”, existe un motivo para estar contento en medio de este maremágnum de problemas políticos, económicos y sociales, este año cumple su centenario la imperdible Chalana, ese himno de guerra estudiantil universitario que nos une fervorosamente cuando la entonamos y la cantamos a todo pulmón.

Resulta impresionante el recorrido y, aún más, la vigencia de este gran canto estudiantil, pues arribar a un siglo no es nada fácil, pues como cualquier canción tienden a sonar durante un tiempo determinado para luego desaparecer o únicamente sonar en aquellos grupos que gustan de recordar viejas canciones inolvidables.

Pero La Chalana no es el caso.  Realmente la misma hoy que apenas llega a sus cien años, mantiene la fuerza de su mensaje, el vigor del estudiantado, la entereza por cambiar un país y una sociedad, el valor de su contenido que, con su armoniosa letra, su música alegre y sus versos irreverentes, ciertos y directos nos conducen a pensar, a reflexionar, a saber, que seguimos en pie de lucha para cambiar este complicado país.

Los estudiantes eternos –como yo y como muchos–, este Viernes de Dolores tendrán motivos para celebrar con más alegría –aunque seguramente el problema de la pandemia no permite mucho–, pero voy a extrañar mi Viernes de Dolores en El Portalito, con todos aquellos muchachos de antes y de hoy, quienes nos encendemos inmediatamente cuando la marimba del Portalito, toca los primeros y sugerentes acordes de este añejo e inolvidable himno de guerra estudiantil de nuestra gloriosa Universidad de San Carlos.

Hoy rememoro mis años de estudiante y mis participaciones en el desfile bufo que resultan anécdotas inolvidables junto a mis hermanos Luis Rodolfo y Romeo Carías, mis entrañables huelgueros y hermanos de la vida Fredy Aquino (+), Danilo Flores, Sergio Mejía, Mamerto Reyes, con quienes disfrutábamos esta fiesta de Dolores desde la declaratoria (vaya si han pasado los años, con torrentes de cerveza) y luego el mismo Viernes de Dolores.

De acuerdo a los excelentes trabajos de investigación realizados por mi buen amigo “Guayo” Velásquez, quien nos documenta: “En 1922, los estudiantes de la pandilla huelguera se reúnen con Joaquín la Chinche Barnoya y con Epaminondas Pumun Quintana, quienes tienen la idea de hacer una canción de guerra estudiantil y componen La Chalana. Se reúnen en el antiguo edificio de la Facultad de Derecho, hoy conocido como el Museo de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Le ponen ese nombre porque la palabra deriva de chalán, el que trata con caballos y otras bestias. Fue producto de la inspiración de José Luis Chocochique Balcárcel, David el Gato Vela, Alfredo el Bolo Valle Calvo y Miguel Ángel Chirimoyas o Moyas Asturias, quien es responsable en su totalidad de la letra de la última estrofa. La música es responsabilidad del maestro José José con h Castañeda Medinilla”.

Mynor Carrera Mejía nos cuenta que: “los alumnos pasaron clandestinamente por una ruta que finalmente los llevó a estrenar el canto en la Nueva Guatemala de la Asunción, durante la Huelga de Dolores del 7 de abril de 1922. Los estudiantes que participaron en la creación de La Chalana, jamás imaginaron el éxito que iba a tener. El canto se afianzó en los corazones de los sancarlistas y en el mismo pueblo, que la han bailado con marimba en las fiestas populares”  y luego añade: “En la sede de la Marimba Ideal Club, propiedad de Gabino Juárez, acudió  el grupo de Derecho, encabezado por Miguel Ángel Asturias, quien, con partitura en mano, acompañado de Clemente Marroquín Rojas y otros estudiantes, sorprendieron y comprometieron a don Gabino Juárez, para que ensayara la música de la Chalana en marimba y acudiera al desfile de la Huelga de Dolores. Aaaaveeeergaaaabino, jajajajajaj, vociferaban los estudiantes, quienes, en tropel, conformaban el grupo de Derecho, siendo éstos: Francisco Escobar, Daniel Fuentes Reyna, Romeo de León, Miguel Ángel Dávila, Alberto Ibáñez, José Vicente Sagastume, Eduardo Rodríguez Genis y Guillermo Melgar.

Tanto Guayo como Mynor Carrera con sus investigaciones nos permiten conocer de cerca interioridades de este himno de guerra que nos unió para siempre a “matasanos estudiantes, del emplasto fabricante, güisachines del lugar, estudiantes en sonora carcajada prorrumpid jaja”. Y ahí detrás, después de escuchar la Chalana, sonriente y alegre se destaca la figura diminuta del gran huelguero eterno José “el Sordo” Barnoya, un tributo también para él.

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