Juan José Narciso Chúa

juannarciso55@yahoo.com

Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

post author

Juan José Narciso Chúa

Tomar la decisión de migrar constituye una aparente salida buscando encontrar fuera del país, esa oportunidad que acá se hace elusiva, se vuelve imposible de alcanzar y representa un auténtico drama humano, ser padre y observar cómo la familia se desenvuelve en una lucha estéril por sobrevivir, pero al final, siempre termina sucumbiendo ante el hambre y la desesperación.

Sin embargo, al tomar la decisión de emigrar ya genera mayores dificultades para la familia, tal y como señalé en mi anterior artículo, produce mayores problemas a la familia, quienes también con la esperanza que uno de sus miembros pueda pasar y provea de remesas para sobrevivir, se involucran en el proceso de contribuir para la persona que migra.

La situación se hace aún más difícil cuando ocurre la captura de la persona que ha decidido migrar. Puede ser que ya habiendo llegado a Estados Unidos y obtenido un trabajo es sujeto de captura en el lugar y enviado a un centro de reclusión mientras se deporta hacia el país.

Pero también se suman aquellas personas que son capturadas en México o en las cercanías de la frontera con Estados Unidos y también son enviados a centros en donde los tienen mientras se llenan los requisitos para deportarlos finalmente.

El drama humano más lacerante para aquellos que son enviados a estos centros es para aquellos padres o madre que viajan acompañados de sus hijos y sufren la separación posterior. Esta situación durante el período de Cero Tolerancia por parte del expresidente Trump, produjo una crisis seria en tanto esa separación provocó que se hiciera difícil poder reencontrar a padres e hijos, con el consiguiente desgarre de la unidad familiar, hundiéndolos en la incertidumbre al no saber en dónde se encuentra un hijo o una hija.

Durante la presente administración del Presidente Biden y la Vicepresidente Harris, se está buscando humanizar la relación en los centros en donde resguardan a los migrantes. Sin embargo, este proceso no es fácil de cambiar, pues son las mismas personas que anteriormente convivían en el marco de la no tolerancia, quienes hoy deben dar un giro de 360 grados para proveer condiciones de mayor atención y comprensión de este drama diario.

La aparición del COVID 19 provocó mayores dificultades por las condiciones de hacinamiento en que se encuentran estos centros temporales, puesto que la potencialidad de contagio era mayor, así como la dotación de servicios se veía limitada ante la gran cantidad de personas ubicadas en dichos recintos y lo cual podía conducir a enfermarse.

La deportación al final se convierte en el trayecto de vuelta al país. Sin nada y endeudados muchas veces. Según datos de la agencia EFE, esta es la situación de los deportados hasta abril de 2021. “Las deportaciones de migrantes guatemaltecos desde Estados Unidos bajaron más de 665 % en los primeros cuatro meses de 2021 en relación al mismo periodo de 2020, mientras que los retornos desde territorio mexicano aumentaron un 22,6 %, según estadísticas divulgadas este jueves por las autoridades”.

De acuerdo con los datos del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), “entre enero y abril de 2021 las autoridades estadounidenses deportaron por la vía aérea a 1.601 ciudadanos de Guatemala que estaban de forma ilegal en su país. Esa cifra fue inferior en 10.647 guatemaltecos, es decir un 665 %, a los 12.248 migrantes que fueron retornados en el mismo periodo del año pasado. Del total de repatriados este año, 1.491 son hombres, 91 mujeres, 2 menores acompañados y 17 no acompañados, detalló el IGM”.

La provisión de centros de capacitación para los deportados orientándolo a cuestiones técnicas y oficios contribuiría a dotar de destrezas a estas personas y con ello mejorar su perfil de cara a un potencial trabajo. Tengo entendido que existe una iniciativa de estas que apoya el Gobierno de Suiza.
Esta podría replicarse por parte del Gobierno de Guatemala y con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos, montarse programas más amplios con convenios con la iniciativa privada, ONG´s y el propio Gobierno de Guatemala para darles esa oportunidad que tanto anhelan.

Artículo anteriorEl espacio virtual se debe regular
Artículo siguienteEl “Serranazo” en nuestra memoria