Grecia Aguilera
Representantes de la Federación Luterana Mundial fueron recibidos por el Santo Padre Francisco, el viernes 25 de junio de 2021 con motivo de conmemorarse la Confesión de Augsburgo y planificar el 500 aniversario de su lectura en el año 2030. Esta obra “constituye la primera exposición oficial de los principios del luteranismo, redactados en 1530 por Philipp Melanchthon, para ser presentada en la Dieta de Augsburgo, Ciudad del Sacro Imperio Romano Germánico, ante la presencia del Emperador Carlos V. Es considerado uno de los textos básicos de las Iglesias Luteranas de todo el mundo.” En su discurso el Papa Francisco manifestó: “En el camino del conflicto a la comunión, en el día de la conmemoración de la Confesión de Augsburgo habéis venido a Roma para que crezca la unidad entre nosotros. Os doy las gracias por ello y expreso mi esperanza de que una reflexión común sobre la Confesión de Augsburgo, en vista del 500 aniversario de su lectura el 25 de junio de 2030, beneficie nuestro camino ecuménico. He dicho en camino del conflicto a la comunión y este camino se recorre solamente en crisis: la crisis nos ayuda a madurar lo que buscamos. Del conflicto que hemos vivido durante siglos y siglos, a la comunión que queremos, y para hacerlo entramos en crisis. Una crisis que es una bendición del Señor. En su momento, la Confesión de Augsburgo representó un intento de evitar la amenaza de una ruptura en la cristiandad occidental; pensada originalmente como un documento de reconciliación intracatólica, adquirió solo más tarde el carácter de un texto confesional luterano. Ya en 1980, con motivo de su 450 aniversario, luteranos y católicos afirmaron: ‘Lo que hemos reconocido en la Confesión de Augsburgo, como una fe común puede ayudarnos a confesar esta fe juntos de una manera nueva también en nuestro tiempo.’ Confesar juntos lo que nos une en la fe, me vienen a la mente las palabras del apóstol Pablo cuando escribió: Un solo cuerpo, un solo bautismo, un solo Dios… A la luz de esto, quisiera animar a todos los que están comprometidos en el diálogo católico-luterano a proseguir con confianza en la oración incesante, en el ejercicio de la caridad compartida y en la pasión por la búsqueda de una mayor unidad entre los diversos miembros del Cuerpo de Cristo… Prosigamos, pues, con pasión nuestro camino del conflicto a la comunión por el camino de la crisis. La próxima etapa consistirá en comprender los estrechos vínculos entre la Iglesia, el ministerio y la Eucaristía. Será importante mirar con humildad espiritual y teológica las circunstancias que condujeron a las divisiones, confiando en que, si bien es imposible deshacer los tristes acontecimientos del pasado, es posible releerlos dentro de una historia reconciliada. Vuestra Asamblea General de 2023 podría ser un paso importante para purificar la memoria y potenciar los numerosos tesoros espirituales que el Señor ha puesto a disposición de todos a lo largo de los siglos. El camino que va del conflicto a la comunión por el camino de la crisis no es fácil, pero no estamos solos: Cristo nos acompaña. Que el Señor crucificado y resucitado nos bendiga a todos… Os invito a rezar juntos, cada uno en su propio idioma, el Padre Nuestro por el restablecimiento de la plena unidad entre los cristianos. Y la forma de hacerla, se la dejamos al Espíritu Santo que es creativo, muy creativo y también es poeta.” En uno de los párrafos del octavo capítulo de la Carta Encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco se lee: “Entre las religiones es posible un camino de paz. El punto de partida debe ser la mirada de Dios… El amor de Dios es el mismo para cada persona, sea de la religión que sea.” Y el amor de Dios es perfecto.