Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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GRECIA AGUILERA

El Día del Niño se celebra en el mundo con fecha diferente, para la Organización de las Naciones Unidas es el 20 de noviembre, aquí en Guatemala se festeja el 1º de octubre. Mejor si fuese llamado “Día de la niña y el niño” o “Día de los Infantes”, pero en realidad su título oficial es “Día Universal del Niño” y fue proclamado en la Ciudad de Ginebra en 1925 durante la Conferencia Mundial sobre Bienestar Infantil. Festejar a los infantes tuvo su origen al terminar la Primera Guerra Mundial, la activista británica Eglantyne Jebb comenzó a preocuparse por las niñas y niños que se encontraban refugiados o eran desplazados y discriminados en Europa por las secuelas de la guerra. Esta generosa dama fue quien fundó en 1919 la entidad “Save the Children” con la gran ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja y “elaboró la primera Declaración de los Derechos del Niño, conocida como la Declaración de Ginebra, aprobada por la Sociedad de Naciones en 1924, que es el antecedente histórico inmediato a la actual Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por las Naciones Unidas en 1989.” La Asamblea General de la ONU recomendó que se instituyera en todos los países dicha celebración principalmente para “impulsar la fraternidad y comprensión de la infancia en el mundo, y efectuar actividades para el bienestar y desarrollo de los derechos de los niños, además de promover los ideales y objetivos de la Carta, e intensificar y extender los esfuerzos de la ONU a favor y en nombre de todos los niños del mundo.” De igual forma cada 11 de octubre se conmemora el “Día Internacional de la Niña” con motivo de “reconocer los derechos de las mismas y los desafíos únicos a los que enfrentan en todo el mundo, así como promover su empoderamiento y el cumplimiento de sus derechos humanos.” Para el Santo Padre Francisco los infantes “son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios, y nos recuerdan que somos siempre hijos.” Además, nos dice: “Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para comprender a Dios.” Estos días dedicados a los infantes me recordaron mi poema titulado “Los Juguetes” que manifiesta: “Ordenados en extrañas posiciones/ se encuentran los juguetes/ en la habitación./ Muñecas de trapo/ se ve la Juanita/ otras del mundo/ con exóticos trajes/ las hay muy finas/ son maniquíes/ de Coco Chanel./ De porcelana/ las alemanas/ vestidas de filigrana./ De Japón La Daruma/ observa en el tiempo/ el beso eterno/ de los novios de imán./ Trencitos antiguos/ juegos de té/ pequeños libritos/ de cebolla el papel/ miniaturas muy finas/ de Murano y Limoges/ se resguardan del tamo/ detrás de un cristal./ Emperatrices de Oriente/ y el módulo lunar/ se aprecian delante/ de un monstruo hirsuto/ que espanta/ a todo el que lo ve./ Gatos y osos jazzistas/ de célebres Big Bands/ aviones a escala/ se admira el Concorde/ el modelo de un Checker/ famosos autos de colección./ Estilizados felinos/ estáticos robots/ y un enorme planetario/ adornan más allá./ Sin vida/ un muñeco oscuro/ triste y llorón/ se ve a lo lejos/ por el reflejo del sol/ lo acompaña/ la Reina Victoria/ ilustre muñeca/ que un descuido rompió./ Arlequines iridiscentes/ originales extraterrestres/ siniestros payasos bicolor/ reposan a la par de un dormilón/ que observa al conejo blanco/ de chistera y frack/ ¡el mago de la noche/ no podía faltar!/ Quietos/ muy quietos/ están los juguetes/ objetos sin vida/ compañía eterna/ de solitarios tiempos/ la penumbra los envuelve/ y viene a la mente/ un triste recuerdo/ repitiéndose así/ como una vaga melodía/ que se encierra en la habitación.”

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