“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Georg C. Lichtenberg
Cuanto el constituyente redactó la actual Constitución, debido a la complejidad del momento histórico que se vivía en el país, creó el Pacto Social de los años ochenta, eminentemente garantista, de cara al futuro se pretendió que primara la igualdad política por lo que la redacción es tan laxa, que puede ser diputado, Presidente o Vicepresidente cualquier persona, que sea guatemalteco de origen y que se encuentre en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, la única diferencia es la edad, para el ejecutivo ser mayor de cuarenta años, los diputados no tienen esa limitación.
La sociedad en su constante cambio convirtió a la libertad política que el Constituyente otorgó a la población, en libertinaje al aprovechar el vacío de requisitos en la Constitución de 1985, para crear verdaderas máquinas de dinero que no han funcionado para lo que la sociedad necesita, lo que ha permitido la creación de tantos partidos políticos como la imaginación permite.
Podemos observar cómo de cara a las próximas elecciones, que aun están lejos, la maquinaria se mantiene en movimiento, los mismos de siempre, y otros nuevos actores han iniciado ya una campaña encubierta anticipada para ir situando personajes cada vez más inexpertos, y con nula experiencia en la cosa pública, más aún da la sensación de que ni el concepto conocen, van en busca del maná que pueden conseguir de los dineros del presupuesto, además de los que les pueden ofrecer financistas ocultos.
Bajo el paraguas de que no exista discriminación y de la apertura que en 1985 se otorgó a la ciudadanía en general, como respuesta a la autocracia en la que habíamos vivido durante los oscuros años de gobiernos militares puestos a dedo, lo lógico era que supiéramos valorar la apertura democrática de los tiempos que vinieron, pero no fue así, desafortunadamente los actores oscuros que siempre han tratado de mantener privilegios económicos y de poder, se encargaron de utilizar la ambición de algunas personas para que todo siguiera igual.
Derivado de esto, los que debieron ser instituciones de orden público, que fueran creadores de nuevos políticos que lideraran las instituciones de la sociedad, se convirtieron en máquinas de poder sin estructuras reales, que dieron como resultado que los partidos políticos se convirtieran en instituciones desechables, que puede utilizar cualquiera para tratar de acceder al poder, con tantas debilidades que duran solamente una campaña electoral.
Como sociedad debemos fiscalizar quienes se encuentran detrás de los partidos, porque además de lo anterior, se han mantenido liderados por caciques que en pleno siglo XXI son los dueños y sobre los que giran las grandes decisiones.
Tanta debilidad ha convertido una de por si débil democracia, en un pozo del que no se ve el fondo, porque no existe, lo único real ha sido la falta de ideología de la gran mayoría de los partidos, porque lo que menos ha importado, es el elemento fundamental de lo que en cualquier parte del mundo hace importante a los partidos que es la ideología.
La política es una ciencia, estudiada en nuestras universidades que es ignorada porque es incómoda a la política nacional.