“No estoy preparado para este trabajo y no debería estar aquí” Warren G. Harding
Ignacio Vasallo, escribió un artículo muy interesante denominado ¿Son los políticos cada vez más tontos? Trata sobre el fenómeno que está ocurriendo en la política de EE. UU., y que se está extendiendo a Europa, también en nuestro país, sobre la falta de contenido en la propuesta política.
El artículo se basa en un libro del humorista Andy Borowitz, que se encuentra estructurado en tres niveles, llamados de la ignorancia, siendo estos niveles, el ridículo, la aceptación y la celebración, el primero se configura cuando un político no sabe de qué va la cosa, pero tiene siempre algo que decir, aunque lo que diga no lo entienda ni él mismo, como cuando no entendemos nuestra propia letra, o sea una tontería que ejemplifica citando a Dan Quayle, vicepresidente de Bush que corrigió a un alumno de 12 años por no haber puesto una ‘e’ al final de la palabra potato, que no lleva.
La aceptación es la fase en la que el político no lucha contra su propia falta de conocimientos, acepta sus limitaciones, entre varias anécdotas cita a Sarah Palín que no supo el nombre del periódico que “leía”, podríamos recordar en esta fase que Peña Nieto cuando era candidato a presidente de México, en la UNAM los alumnos le preguntaron el nombre del último libro que leyó, no supo contestar, y la última, pero no por ello menos importante, se configura cuando celebran sus propias carencias, cita a Marjorie Taylor Greene, quien dice, aseguro que los incendios están provocados por “láseres espaciales judíos”.
Nosotros encontrándonos como nos encontramos, inmersos en un proceso electoral demasiado largo y sin contenidos reales, tomando en cuenta que las redes sociales se han convertido en un conglomerado cibernético, los candidatos a diferente puesto de elección popular virtualmente se comunican con los votantes jóvenes, con los que se juega al desconocimiento de nuestra historia y al silencio de la mayoría, que no todos, los centros de estudio sobre esta historia que debería ser por absolutamente todos conocida.
También vivimos a nuestra manera, las corrientes que van ganando terreno en otros entornos, carecemos como ellos de contenidos reales, con discursos demasiado básicos, con lo que hemos vivido de campaña, tenemos suficiente para saber qué nos espera, hasta el momento hemos visto slogans, si es que así se les puede llamar, que llenan los requisitos mencionados por el señor Vasallo, por ejemplo “dos mujeres un camino” ¿Qué quiso decir el señor Morales? Que, para él, sus principales contrincantes son dos mujeres, ignorando completamente a la tercera, porque para él no existe, pero no solamente ignoró a Thelma Cabrera, lo hizo con los demás candidatos ubicándose en su mente (de él) entre los punteros, presentándose como única solución para este país.
Ya en tiempos pasados, el hermano del señor Morales engañó a la población ingenua cuando se vendió como “Ni corrupto ni ladrón” ahí tenemos al Libramiento como un emblema más que evidente de la corrupción, y un símbolo de que el discurso, aunque básico caló en la población porque en él buscó la honradez, que evidentemente no existió.
El resultado de lo que sucede en el imperio del norte, y que se traslada al mundo aún conocido como democrático, en nuestro caso, bastante tropicalizado es el discurso básico sin esencia y de fácil olvido.
Sobre las elecciones en el país he escuchado, palabras más, palabras menos lo siguiente “Para que votamos si todo sigue igual”, tratando de crearme una idea de que se piensa del presente proceso electoral, he estado preguntando como una especie de miniencuesta a varias personas si van a votar, y he escuchado muchas veces la misma respuesta “no, para que”.
Está tan devaluada la clase política en nuestro país que se repite acá lo sucedido en EE. UU., solamente que de la siguiente forma: ¿Somos los votantes cada vez más tontos? No, por eso no les interesa votar, que no es lo mejor, pero al momento es lo que hay, depende de los partidos políticos como instituciones de derecho público llevar a cabo un saneamiento de sus cuadros, mientras esto no suceda estamos condenados al ostracismo voluntario y por ende a seguir en picada institucional.
Ante unas no elecciones porque no hay opciones, el ciudadano dice rotundamente no.