Gladys Monterroso
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“La cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad.”
Diógenes Laercio
Las ciudades, como entes vivientes que son, se diferencian de otras metrópolis por varios elementos que las componen, entre las que se encuentran, su gente, sus costumbres, su infraestructura, sus manifestaciones artísticas y otros más, entre esas diferencias que separan y distinguen a los países desarrollados de los que no lo somos, se encuentra el cuidado que tiene la sociedad de su propia historia, representada entre otros por sus instalaciones, el progreso ha llegado a muchas comunidades sin por ello, pretender destruir su historia, por muy negativa que esta pudiera ser.
En lo personal, me impresiono la forma en la que la sociedad belga ha cuidado una parte de su historia, como el Centro Histórico, el enorme interés que han puesto sus diferentes gobiernos a lo largo del paso del tiempo, escuchando a su población, logrando preservar la infraestructura representada en parte por sus edificios, en el Centro Histórico, se encuentran las edificaciones que representan las diferentes profesiones no de hoy, que han existido en el devenir de los tiempos, entre todas estas, se encuentra el denominado “Maison Des Boulangers” reconocido porque representa al gremio de los panaderos, tan es así, que en el arco de la puerta principal se encuentra la imagen de San Aubert, su patrón, este maravilloso edificio se encuentra rodeado por otros no menos hermosos y tan antiguos inmuebles como el mencionado, curiosamente también dedicados a las diferentes profesiones que aunque hoy no tengan la misma importancia, son parte de la historia de esa sociedad, como los toneleros, los ebanistas y carpinteros, los barqueros y los merceros entre otros.
Nuestra sociedad, aunque más joven teóricamente que los belgas, cuenta con una historia que nos orgullece, porque es parte de nuestra esencia, con la diferencia sustancial, que acá, todas las autoridades que nos han gobernado, tanto centrales como municipales, nos han quedado a deber en la mayoría de los aspectos, incluido el cultural, mismo que en otras sociedades no necesariamente más avanzadas, se ha respetado, veamos, nosotros tuvimos lecturas prohibidas hasta bien entrados los años 80, se ha dejado morir un poco la literatura, así como el teatro, el baile, todo aquello que identifica en una buena parte a una sociedad.
Por lo anterior, debo manifestarme sobre dos publicaciones de hechos que detentan contra dos manifestaciones de nuestra cultura, la primera, el edificio que se pretende construir para que albergue la Escuela de Danza, loable que cuente con su edificio, sin embargo, el hecho que para construirlo se modifique como se percibe, la obra del Maestro Efraín Recinos, que perderá parte de su estética, se debe considerar el daño irreparable que se le hará a esta obra de arte, que debe ser preservada, se sabe, que si se lleva a cabo la edificación de la escuela, no se verá el Teatro Nacional en toda su magnitud, circulan unas fotos en las que se puede observar el daño cultural que ya no tendrá retorno como otros cometidos a lo largo de nuestra historia, me parece que hace falta bastante, el concurso de los colegios profesionales relacionados con este tema, porque debemos propugnar por el desarrollo, sin dañar la riqueza de nuestra historia, las grandes ciudades son grandes por su dimensión y lo que representan, porque sus autoridades se han encargado de preservarlas, y la sociedad como ente vivo ha exigido su protección en grado máximo.
El segundo asunto de suma importancia, y que tiene relación con el arte directamente y con la cultura indirectamente, es el despido de la gran bailarina del Ballet Nacional de Guatemala, Zoila Elizabeth Vásquez Rojas, quien laboró en el ballet por más de 30 años que se dice poco, y que, presuntamente fue destruida por haber denunciado abusos y malos tratos, necesitamos se respete la cultura viva, el baile no es fácil, el ballet es una disciplina de las más rigurosas, un bailarín o bailarina de esta manifestación artística es un valor cultural, que se debe preservar.
El arte, en este país ha sido la cenicienta de las políticas de estado, si a ello sumamos el gran déficit que tenemos en salud, educación y justicia, pilares del Estado de Bienestar, definitivamente la deuda social histórica crece cada día más.
Se debe construir sin destruir las riquezas de una sociedad, que la identifica y diferencia de otras.