Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“Madre es un verbo. Es algo que haces, no algo que eres”

Dorothy Canfield Fisher

Tratando de no ser reiterativa con un tema que pareciera ser de un día, y que debería ser de todos sin excepción, hay una persona que, en un alto porcentaje de la existencia humana se encuentra presente desde el inicio de nuestra vida, en menos ocasiones no está, en unas porque no puede y las menos aún porque simplemente no quiso, esa compañía no solamente es importante en la historia del ser humano, también le define en el transcurso de ella, su presencia marca tanto como su ausencia, por positivo o negativo.

He conocido personalmente a muchas clases de madres, he leído sobre otras, y he tenido noticias sobre otras más, muchas me han impactado por diferentes causas, ese aspecto de la vida proyecta una imagen de la persona, que probablemente sea el más dulce o el menos por increíble que parezca.

Centrémonos un poco  en la otra parte de esa especial relación, el papel del hijo o la hija, todos hemos sido hijos de alguien definitivamente, mamás presentes, mamas ausentes, o las que no pudieron estar, por ultimo las que no quisieron, todas absolutamente todas por acción u omisión han marcado la ruta de nuestros destinos, en el gran esquema de la vida, somos el resultado del amor o desamor de alguien a la que pertenece la primera voz que escuchamos,  que estuvo muy cercana, o lejana, o la que no pudo o no quiso estar.

La madre cercana influye en nuestra vida, porque directa o indirectamente nos acompaña desde los primeros pasos que damos, o las primeras palabras que decimos,  hasta la separación natural, sin embargo, como hijos siempre la sentimos, aunque ya no se encuentre físicamente con nosotros, las primeras palabras que pronunciamos vienen marcadas por mamá, las hijas principalmente hemos pensado, no quiero ser como mi mamá cuando sea grande y, sorpresa, un día con el máximo asombro se dicen las siguientes oraciones: ¡Como me parezco a mi mamá! ¡Hasta hablo igual que ella!  Sí, un día somos exactamente lo que no queríamos ser, pero increíblemente somos felices de ser como nunca quisimos ser, gracias a mamá.

Por otro lado la madre lejana, la que se echará en falta en algunos aspectos, sin embargo  en otros sentimos que nos ha dejado un legado de libertad, de independencia, sin que por ello haya faltado del todo, naturalmente eso lo comprendemos con los años, en los primeros tiempos, quisiéramos que no se fuera, que hiciera la comida, o nos esperara, pero, cuando la hemos necesitado ahí está y estará, estuvo ausente porque su visión del ser, fue privilegiar otros aspectos que no entendimos, y que, en el transcurso de nuestra existencia nos servirá, no estuvo porque estaba construyendo un camino para nosotros que visualizamos con el tiempo, cuando pasan los años comprendemos que no fue que no estuviera, era que se encontraba labrando otra opción de vida para nosotros.

De la madre que no pudo estar, para los hijos, es probablemente la mayor ausencia que se puede sufrir, ¿Marca la existencia? Sí, esa ausencia deja huella en la existencia tanto como la presencia ¿Por qué no estuvo? Porque su vida fue más corta que la de otras mamás, pero dentro de esa falta, nos da la posibilidad de soñarla e imaginarla, probablemente se le idealizará, pero siempre de alguna forma estará cerca de su hijo, por medio de quienes le quieren, que le trasladaran información de todo ese amor que no se fue porque lo haya querido así, y que no hubo intención de abandono, sucedió que no pudo ser, pero de alguna forma siempre estará, a diferencia de la madre cercana, siempre su hijo se preguntará ¿Me pareceré a ella? Seguramente sí.

Muy diferente es la relación con la madre que decidió no estar, probablemente cause dolor en algún momento de la vida, o en muchos, esa ausencia por decisión propia marca la vida del hijo como las demás, posiblemente no se comprenda nunca su decisión, o con el tiempo y la madurez se logre percibir, que no siempre es aceptar su decisión, su ausencia estará presente siempre, ella sabrá porque decidió no estar, para el hijo el vacío será parte de su recorrido por la vida, que se llenará muchas veces, dando lo que no recibió.

Ser hijo o hija es parte de la esencia del ser humano, compuesta de una gran cantidad de emociones de las más sentidas, de las que se hablan en familia, con los amigos, o con los hijos, somos parte de alguien, y a la vez damos cobijo a otros para que sean parte de nosotros, el rol que más incide en la vida es ese depender un poco más o un poco menos de quien nos dio la vida.

Los hijos somos una extensión de quien nos tarjo al mundo, por eso, gracias.

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