Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Su hermana menor se hizo mujer muy pronto, como los niños pobres sin infancia, que envejecen de tanto vivir a la defensiva.”
Elena Poniatowska

En esta sociedad enferma, en la que nos ha tocado vivir, ser niño o niña puede ser la mejor o la peor etapa de la vida, incluso puede no superarse jamás, así como algunos nacen en hogares en los que se les prodiga amor, aunque sean disfuncionales, no solamente cuentan con afecto, también con respeto y apoyo, hay otros y otras que viven en auténticos infiernos, desconociendo que así no debe funcionar la humanidad, que les ha tocado vivir en el mundo al revés, que los responsables de su nacimiento y crecimiento son seres que deberían encontrarse en cualquier lugar, menos con ellos.

De acuerdo con información proporcionada por PL, citando al Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva, “Más de 7 mil 900 mujeres menores de edad resultaron embarazadas y dieron a luz en el primer trimestre de 2021”, citan que “Entre las embarazadas figura una niña que fue madre a los 10 años, además de 113 que no habían cumplido los 13 años al dar a luz.” ¿En qué sociedad más enferma vivimos, en las que ombres (Sin h) de cualquier edad abusan de la inocencia infantil para satisfacer sus deseos animales? Porque ningún ser humano que se precie de serlo podrá tener satisfacción de violentar la infancia de una niña que tiene todo, absolutamente todo el derecho a vivir y desarrollarse dentro de un mundo de hombres siendo mujer y digna.

Definitivamente, son muy grandes los fallos de esta sociedad enferma, en la que desafortunadamente les ha tocado nacer y vivir a esa gran cantidad de niñas, que no sabrán nunca lo que es tener una primera relación, a la edad del entendimiento con la persona escogida por ellas en un acto de libre albedrio, una mujer se puede equivocar, una niña no puede ni decidir qué hacer con su cuerpo, ni con quien, la pedofilia está castigada en la mayoría de las sociedades, pregunto ¿No es pedofilia tener relaciones con niñas entre los 6 y 13 años? Porque son muchas las bebas que han sido violadas a esa corta edad.

¿Qué creen los ombres que siente una niña cuando es utilizada sexualmente? Dolor, sufrimiento, angustia, congoja, y después, cuando crecen, si llegan a crecer, asco humillación y vergüenza, además de no tener futuro alguno, en una sociedad machista y enferma en la que si a las demás mujeres que hemos tenido una vida normal, nos es difícil caminar, porque las piedras en el camino son rusticas y dejan muchas heridas, a las niñas madres, les será imposible poder sobrevivir en esta sociedad nuestra que no está hecha para la mayoría de las mujeres, que cuantitativamente sumamos más, pero cualitativamente sumamos menos.

En la mayoría de los hechos, el agresor se encuentra dentro de la misma familia, padres, hermanos, primos, tíos, abuelos, padrinos, en bastantes casos, los embarazos son producto de una violación, y aunque así no lo fuera, existe un delito contra la libertad e indemnidad sexual, que de acuerdo a lo que establece el Código Penal es perseguible de oficio, pregunto: ¿Qué papel juega el Ministerio Público en estos casos que son perseguibles de oficio? ¿Por qué priorizan la justicia selectiva y dejan olvidadas de todo el sistema a las niñas embarazadas? ¿Qué ha hecho el Estado de Guatemala para prevenir y atacar este flagelo social? Me parece, que estamos en deuda, nosotros como sociedad y los representantes del Estado como autoridades, cuando finalizando el primer año del tercer decenio del siglo XXI, cual país tercermundista que somos, se computan estos datos, más aún si tomamos en cuenta que estas cifras corresponden Al Observatorio, pregunto ¿Y los casos que no conoce el Observatorio? Olvidados de un sistema que no funciona y de un Estado inexistente.

En estos casos la Constitución es letra muerta, y no solamente muerta enterrada, para esas 7,900 niñas, y las que en este momento estén sufriendo el ser mujer, y haber nacido en una sociedad como la nuestra, pobre no solo económicamente, pobre socialmente, ¿De qué les sirve que la Constitución establezca derechos y garantías para ellas, si para las autoridades no existen?

No cabe duda de que, vivimos en un país de muchos contrastes, en el que al mismo tiempo que se conocen nuevos casos de corrupción, más niñas se convierten en madres, sin saber tan siquiera que significa serlo.

Vivimos en el mundo al revés, en el que la justicia está verdaderamente ciega, si eres niña-mujer por mandato del ombre.

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